Table Of ContentSKI El estudio científico de los hechos religio
sos en sí y por sí, simplemente como hechos
humanos accesibles a la observación huma
siglo
na, rechazando prejuicios y absteniéndose
veintiuno
de juicios de valor, inevitablemente pone
editores
en juego y en definitiva termina por poner
mexico
españa en cuestión a la religión en sí misma. Esta
argentina es sin duda la explicación última de la ca
rrera azarosa y amenazada que ha seguido
hasta aquí la historia de las religiones. Ins
titucionalizadas hace mucho a todos los niveles y en
todos los países las historias del arte, la literatura, la fi
losofía, la historia de las religiones ha vivido en precario.
Y hoy, cuando parece como si el recelo o el declarado
temor que inspiró en otro tiempo ese saber innecesario
se hubiera superado ya, otro obstáculo mayor se alza en
su camino: el escepticismo ante la viabilidad teórica, ante
la autonomía de la historia de las religiones.
La conciencia permanente de esa precariedad de su auto
nomía no es el menor de los méritos de la Historia de
las Religiones que hoy presenta Siglo XXI. Tiene otros
señalados. Es completa y fiel: examina una a una todas
las religiones pasadas y presentes en su plena comple
jidad y singularidad. Llega más al fondo y al detalle de
lo que han llegado hasta ahora las obras de su género:
junto a las informaciones probadas y seguras, incorpora
los más recientes descubrimientos, discute las opiniones
actuales, avanza hipótesis nuevas. A la vez, ofrece un su
gestivo panorama de las tendencias ahora vigentes en el
ámbito de los estudios histórico-religiosos. No es un ma
nifiesto de escuela: cada uno de los autores que han con
tribuido a esta obra sigue su propio método, expresa las
opiniones que le ha inspirado la práctica de su especia
lidad. Mas en una cosa todos coinciden: enmarcar la re
ligión que estudian en las condiciones materiales, políti
cas y sociales de su tiempo. Dicho de otro modo: todos
se esfuerzan por reconstruir la historia de las religiones
en el marco de la historia general.
Primera edición en castellano, febrero 1977
© SIGLO XXI DE ESPAÑA EDITORES, S. A.
Plaza, 5. Madrid-33
En coedición con
© SIGLO XXI EDITORES, S. A.
Avda. Cerro del Agua, 248. Méxicc-20, D. F
Primera edición en francés, 1970
© EDITIONS GALLIMARD
Título original: Histoire des Religions 1. Encyclopédie
la Pléiade
DERECHOS RESERVADOS CONFORME A LA LEY
Impreso y hecho en España
Printed and made in Spain
ISBN: 84-323-0253-8 (O. C.)
ISBN: 84-323-0254-6 (T. I)
Depósito legal: M. 4.913-1977
Impreso en Closas-Orcoyen, S. L.
Martínez Paje, 5. Madrid-29
HISTORIA DE LAS RELIGIONES
Siglo veintiuno
Volumen 1
LAS RELIGIONES
ANTIGUAS. I
Bajo la dirección de Henri-Charles Puech
I
historia
de las
religiones
!" i i
Siglo XXI
LOS AUTORES
Este volumen de la HISTORIA DE LAS RELIGIONES
(volumen 29 de la «Encyclopédie de la Pléiade») ha sido
publicado bajo la dirección de Henri-Charles Puech. Han
colaborado en él los siguientes autores: Angelo BRELICH,
Philippe DERCHAIN, Raymond JESTIN, Maurice LAMBERT,
Jean LECLANT, Jean NOUGAYROL y Maurice VIEYRA.
TRADUCTORES
Isabel Martínez Martínez
José Luis Ortega Matas
REVISION
Ramón Valdés del Toro
DISEÑO DE LA CUBIERTA
Santiago Manforte
NOTA EDITORIAL
El lector encontrará, al final de cada capítulo, una biblio
grafía sumaria.
Podrá consultar igualmente al final del volumen:
1. Un índice de nombres.
2. Un índice de dioses, personajes míticos o legendario»,
profetas, religiones, sectas, escuelas filosóficas.
3. Un índice geográfico.
4. Un índice de obras.
5. Un índice analítico detallado de cada capítulo.
6. Un índice de figuras.
Indice
PREFACIO 1
PROLEGOMENOS A UNA HISTORIA DE LAS RELI
GIONES 30
1. ¿QUE ES LA RELIGION? 31
Las creencias religiosas, 41.—Los seres sobrehumanos,
43.-—Los mitos, 53.—Los ritos, 58.—Otros fenómenos
religiosos, 62.
2. ¿EN QUE CONSISTE LA HISTORIA DE LAS RELIGIONES? ... 69
LAS RELIGIONES ANTIGUAS
I. RELIGION EGIPCIA 101
1. LOS DIOSES 118
2. LOS TEMPLOS 130
3. LOS RITOS 140
4. LOS MITOS Y LA TEOLOGIA 155
5. DIOSES Y HOMBRES 169
La piedad personal, 169.—La moral, 174.
6. LAS CREENCIAS FUNERARIAS 178
7. LA RELIGION EGIPCIA FUERA DE EGIPTO 184
BIBLIOGRAFIA 189
II. LA RELIGION MEROITICA 193
1. EL PANTEON 195
2. CREENCIAS Y COSTUMBRES FUNERARIAS 203
BIBLIOGRAFIA 207
III. LA RELIGION SUMERIA 209
1. EL METODO 212
2. EL DEVENIR 220
3. LA REALIDAD 238
4. LA EXPRESION CONCRETA DEL PENSAMIENTO RE
LIGIOSO 252
El panteón, 252.—El clero y el culto, 261.
BIBLIOGRAFIA 266
IV. LA RELIGION BABILONICA 268
1. LA FASE BABILONICA 268
2. EL PANTEON 278
3. LOS MITOS 286
4. LA PLEGARIA 291
5. LA ADIVINACION 296
6. LA MAGIA 302
7. LAS CEREMONIAS 305
8. RELIGION Y RELIGIONES 309
9. INFLUENCIA Y SUPERVIVENCIA 315
BIBLIOGRAFIA 323
V. LA RELIGION ELAMITA 324
BIBLIOGRAFIA 333
VI. LAS RELIGIONES DE LA ANATOLIA ANTIGUA. 334
1. LAS RELIGIONES DE LA PREHISTORIA 334
2. EL PERIODO PREHITITA 339
3. LA RELIGION DEL ANTIGUO IMPERIO 344
4. EL PANTEON DEL IMPERIO 350
5. LA INFLUENCIA HURRITA 352
6. EL SENTIMIENTO RELIGIOSO BAJO EL NUEVO IM
PERIO. EL LUGAR DE LA REALEZA 357
7. LOS TEMPLOS Y EL CULTO 361
8. ADIVINACION Y MAGIA 364
9. LOS MITOS DEL MUNDO HITITA 366
El mito del dios que desaparece, 367.
10. LA TEOGONIA HURRITA 371
Los dioses del mito, 372.—La realeza en los
cielos, 373.—El canto de Ullikummi. 374.
11. LA RELIGION DE MITANNI 379
12. LA EPOCA NEO-HITITA 381
13. LA ANATOLIA FRIGIA Y EL MUNDO CLASICO ... 383
14. URARTU 385
BIBLIOGRAFIA 387
INDICE DE NOMBRES (389), DIOSES, PERSONAJES MITICOS O
LEGENDARIOS, PROFETAS, RELIGIONES, SECTAS, ESCUELAS
FILOSOFICAS (395), GEOGRAFICO (402), OBRAS (407) 389
INDICE ANALITICO 409
INDICE DE FIGURAS 423
Prefacio
La joven disciplina cuyo nombre —uno de sus nom
bres— sirve de título común a los volúmenes de la
presente obra ha tomado conciencia de lo que es y de
lo que podría ser poco a poco y con vacilaciones. No
menos le ha costado abrirse camino, hacer que se reco
nozca su derecho a la existencia y su legitimidad, obte
ner un lugar diferenciado y un estatuto relativamente
definido respecto a las otras ciencias y disciplinas. Y
todavía no es seguro que lo haya conseguido comple
tamente.
Es innecesario recordar aquí el azaroso destino, la
progresiva formación de la «Historia de las Religiones»
o de lo que actualmente se ha convenido en llamar así,
porque a ello nos referiremos en los volúmenes finales
de esta obra. Baste ahora evocar la carrera incierta y
amenazada que no ha dejado de seguir esta disciplina.
Proponerse estudiar los hechos religiosos en sí y por
sí, independientemente de todo prejuicio, de todo jui
cio de valor, del mismo modo y al mismo nivel que
cualquier otra categoría de hechos accesibles a la expe
riencia y a la observación humanas, es una idea que
está lejos de desprenderse por sí misma, ha «Historia de
las Religiones» se vislumbró durante el siglo XVII, en
relación con y en el seno del entrecruzamiento de una
ortodoxia teológica con un racionalismo filosófico, cuyo
enfrentamiento y contradicciones mutuas se han ido
acrecentando; en esas condiciones le ha costado trabajo
precisarse y hacerse admitir. En efecto, lo que aparen
temente pone en juego y, por ende en cuestión, es la
religión en sí misma, sobre todo si tenemos en cuenta
1
el entorno donde se originó; el cristianismo ha sido
considerado la religión por excelencia, la única que, con
exclusión de cualquier otra, puede ser tenida por ver
dadera. Por tanto, desde el comienzo existen diversas
actitudes posibles. Una es separar la religión cristiana
del grupo formado por las otras religiones, estimadas
«falsas», «paganas» o «supersticiosas»; o bien, ponién
dola aparte, subordinarle todo el resto, ya sea para con
denarlo o, en los casos más favorables, para descubrir
en él los fragmentos o los ecos de una Revelación pri
mitiva cuya plena expresión serían las enseñanzas de
Jesús y de la Iglesia; para descubrir en él los elementos
que preparan y anuncian fragmentariamente, de modo
más o menos oscuro y simbólico, el advenimiento y la
propagación del mensaje evangélico; o bien, por el con
trario, puede decidirse incluir al cristianismo en el con
junto de las religiones positivamente conocidas y masi
vamente comprendidas como otros tantos productos
aberrantes de la imaginación, del «temor», del «fanatis
mo»; confrontarlo con estas últimas a fin de unirlo y
asimilarlo a ellas: eso tiende a, o acaba por, rebajarlo,
despreciarlo, criticarlo, incluso rechazarlo o trasponerlo
bajo la forma —simplificada y vaga al mismo tiempo—
de una religión considerada «natural» y juzgada más
racional. Comprometido por opiniones dogmáticas, adap
tado a un designio apologético o a ciertas utopías, con
vertido otras veces en instrumento de zapa y de polé
mica, el estudio de las religiones se ha visto desbordado
desde sus primeros pasos por tesis, opiniones precon
cebidas, teorías sistemáticas o tendenciosas que, aun
favoreciendo su impulso, contribuyen a desviar su mar
cha o a hacerla sospechosa. Es particularmente evidente
que, utilizada como lo ha sido en el tercer caso, la his
toria de las religiones ha parecido escandalosa, peligrosa
y condenable a los ojos de las autoridades eclesiásticas
y de los creyentes.
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Esos prejuicios, esos abusos, así como las refutaciones
violentas y las discusiones infinitas a que han dado lu
gar, pertenecen al pasado. Sin embargo, ¿hay ya acuerdo,
apaciguamiento total? Hasta tiempos recientes, el cris
tianismo no figuraba en los manuales o en las obras
generales consagradas a la historia de las religiones, y
la teología no parece haber renunciado a decir la última
palabra. Una cuestión, ociosa en Francia, se sigue dis
cutiendo siempre, con viveza, al otro lado del Rhin y
en los países escandinavos: ¿Dónde incluir la enseñanza
de la «Historia de las Religiones»? ¿En las Facultades de
Letras y Ciencias humanas o, como en general parece
preferible, en las de Teología? Más significativa es cierta
tendencia a disociar radicalmente la religión cristiana de
todas las demás. Esa tendencia ha conducido a veces a
oponer a las «religiones» el cristianismo, confundido
(bajo su forma más despojada) con «la religión»; ha
desembocado otras en una solución extrema, inspirada
por Karl Barth: el advenimiento de Cristo marcaría «el
fin de las religiones»; el cristianismo no sería «religión»,
sino «fe»; la «fe» se referiría al «Dios viviente;» la
«religión», cualquier «religión», al hombre. En el fondo,
todo ello no hace más que renovar y consolidar antiguas
posturas, consumar entre la teología y la historia posi
tiva de las religiones una ruptura que ya se había reali
zado en beneficio de esta última.
Laicizada, asentada sobre el plano humano, conducida
desde lo trascendente hasta lo inmanente, la «Historia de
las Religiones» no deja de ver puesto en cuestión su
estatuto y su razón de ser. Si, como afirma el marxis
mo, «el hombre hace la religión», «alienándose» en ella
y por ella; si la religión es una simple «superestructura»
ideológica determinada por una situación económica
dada y por unos factores concretos; si cada etapa de
su desarrollo depende necesariamente del estado del
mundo material que le corresponde; si su mundo, ideal
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