Table Of ContentPROYECTO EDUCATIVO INSTITUCIONAL (P. E. I.)
2012
INDICE DE CONTENIDO
I. IDENTIDAD.
1.1. Carisma Marianista.
1.1.1. Somos Misioneros.
1.1.2. Nos Comprometemos en Alianza con María.
1.1.3. Vivimos en Espíritu de Familia.
1.1.4. Formamos Comunidades.
1.1.5. Formamos en la Fe.
1.2. Principios de la Pedagogía Marianista.
1.3. Características de la Educación Marianista.
1.3.1. Educamos para la Formación en la Fe.
1.3.2. Promovemos una Educación Integral de Calidad.
1.3.3. Educamos en el Espíritu de Familia.
1.3.4. Educamos para el Servicio, la Justicia y la Paz.
1.3.5. Educamos para la Adaptación y el Cambio.
1.4. Valores compartidos por los Colegios Marianistas del Perú.
(cid:1) Fe.
(cid:1) Servicio.
(cid:1) Justicia y Paz.
(cid:1) Amor.
1.5. Valores Institucionales.
(cid:1) Justicia.
(cid:1) Esperanza.
(cid:1) Honestidad.
(cid:1) Solidaridad.
(cid:1) Responsabilidad.
(cid:1) Respeto.
1.6. Misión.
1.7. Visión.
II. MARCO TEÓRICO DOCTRINAL.
2.1. Concepción Antropológica.
2.2. Concepción de Sociedad.
2.3. Concepción de Educación.
2.4. Concepción de Educando.
2.5. Concepción de Educador Marianista.
2.6. Concepción de familia.
2.6.1 El modelo de familia que educa con nosotros.
2.7. Concepción de cultura ecológica.
2.8. Concepción de cultura digital.
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III. MARCO SITUACIONAL.
3.1 Análisis Externo.
3.1.1 Aspecto Socio Demográfico.
3.1.2 Aspecto Político.
3.1.3 Aspecto Económico.
3.1.4 Aspecto Cultural.
3.1.5 Aspecto Religioso y Ético: Internacional, Nacional, Regional y Local.
3.1.6 Aspecto Educativo: Internacional, Nacional, Regional y Local.
3.1.7 Aspecto Ecológico.
3.2 Análisis Interno.
3.2.1 Análisis de la Gestión Directiva.
3.2.2 Análisis de la Gestión Pedagógica.
3.2.3 Análisis de la Gestión Pastoral.
3.2.4 Análisis de la Gestión Administrativa.
IV. PROPUESTA DE GESTIÓN PASTORAL.
4.1 Justificación.
4.2 Política institucional pastoral.
4.3 Políticas de la acción pastoral.
4.4 Niveles del proceso evangelizador e itinerario formativo marianista.
(cid:1) Kerigma.
(cid:1) Catequesis.
(cid:1) Diaconía.
(cid:1) Koinonia.
(cid:1) Liturgia.
(cid:1) Martyria.
4.5 Organización de la acción pastoral.
4.5.1 Pastoral escolar.
4.5.2 Pastoral juvenil.
4.5.3 Pastoral familiar.
4.5.4 Pastoral social.
4.5.5 Pastoral litúrgica.
4.5.6 Pastoral con el personal.
4.5.7 Pastoral vocacional.
4.6 Agentes.
4.7 Relaciones con el entorno.
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V. PROPUESTA DE GESTIÓN PEDAGÓGICA.
5.1. Bases de la propuesta pedagógica.
5.1.1. El alumno protagonista de su aprendizaje.
5.1.2. Desarrollo de capacidades
5.1.3. Principio de la realidad.
5.1.4. Aprendizaje significativo.
5.1.5. El docente como mediador del aprendizaje y agente evangelizador.
5.1.6. Educación inclusiva.
5.1.7. Aprendizaje-servicio.
5.2. Perfiles de egreso del Alumno.
5.3. Perfil del Docente
5.4. Currículo.
5.4.1. Proceso de aprendizaje.
5.4.2. Ejes Curriculares y temas transversales.
5.4.3. Evaluación y seguimiento de los aprendizajes.
5.5. Lineamientos para la programación Tutoría y Orientación Educacional.
VI. PROPUESTA DE GESTIÓN INSTITUCIONAL.
6.1 Objetivos.
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COLEGIO MARÍA REINA MARIANISTAS
DIRECCIÓN GENERAL
PROYECTO EDUCATIVO INSTITUCIONAL (P. E. I.)
2012
I. IDENTIDAD.
1.1. Carisma Marianista.
El Carisma es un don, una gracia del Espíritu para el servicio de la humanidad y la Iglesia1. Concretiza
el seguimiento de Jesús, colaborando con la Iglesia en su misión de instaurar y realizar el reinado de
Dios.
Los Marianistas recibimos este don y carisma en la persona del Beato Guillermo José Chaminade. Su
vida y su misión constituyen la raíz y la fuente de nuestra identidad. La iglesia reconoció en la pasión
del P. Chaminade por “recristianizar” Francia un Carisma fundacional y un aporte enriquecedor para su
misión de comunicar la buena noticia de Jesús. Confirmó además su autenticidad y su validez como
modelo de vida cristiana al estilo de María. La misión de María, a partir de la Encarnación, fue una
dimensión esencial en la propuesta de evangelización del P. Chaminade. Ella constituye el prototipo de
colaboración y participación con la Iglesia en el encargo de encarnar a Jesús, su Hijo, en cada persona
a quien se anuncia el Evangelio.
El Carisma Marianista actualiza una herencia de profunda sensibilidad al Espíritu que, inspirado en
María, el P. Chaminade cultivó como rasgo de su personalidad, y que la deseó e instituyó para quienes,
en su tiempo y en el presente, se asociaron a su proyecto. La disponibilidad al Espíritu nos permite un
énfasis distintivo en la tarea de dar a conocer a Jesús, pues expresa la unión y la alianza con María, e
impregna toda la espiritualidad marianista.
1 “Hay diferentes dones espirituales, pero el Espíritu es el mismo, hay diversos servicios pero el Señor es el mismo, hay
diferentes funciones pero es el mismo Dios quien obra en todas. En cada uno el Espíritu revela su presencia, dándole algo
que es para el bien de todos” (1 Cor 12,4-7).
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1.1.1. Somos Misioneros.
Fieles a las palabras del Fundador: “todos somos misioneros”, la Compañía de María, y cada
comunidad, se consideran en estado de misión permanente (Regla de Vida Marianista, 632).
Mirando el camino iniciado en la vida y el proyecto del P. Chaminade, nuestra misión y nuestro
actuar apostólico han estado siempre expresados en la tarea de educar. Educar es nuestra misión,
por eso “toda actividad apostólica marianista es educación”3.
La urgencia de la misión evangelizadora es un rasgo fundamental del compromiso de nuestro
Carisma con la trasformación real de una sociedad egoísta en una sociedad anclada en la
convivencia fraterna y dignificante4: “Chaminade cree en la educación como elemento importante
de regeneración de la sociedad, enseña que cada educador debe ser consciente de que forma
parte de una misión importante”5.
“Estamos en misión permanente”. Y esto nos exige testimoniar el Dios de Jesús. Es decir, el Dios
abierto a la humanidad, a la que tocaba con su cercanía. El Dios Abbá, padre6, de quien él mismo
era su rostro y manifestación cuando acogía a cada persona que se acercaba para darles vida y
dignificación (Mt 9,35-38).
1.1.2. Nos Comprometemos en Alianza con María.
El P. Chaminade para declarar nuestra voluntad libre y decidida de la opción por María decía:
“nosotros hemos elegido a María como Madre”, y “nos hemos comprometido con María a todo lo
que un hijo debe hacer, sobre todo, nos hemos comprometido a su asistencia”.
La esencial inspiración mariana en el pensamiento y la obra de P. Chaminade se remite a su
particular experiencia con María en el Santuario de Nuestra Señora del Pilar de Zaragoza. Allí
confirmó y consolidó su elección de María como estilo de dar a conocer a Jesús. Junto con Adela
2 Regla de Vida de la Compañía de María, en adelante R.V.M.
3 “Esta es una convicción que el fundador quiere inculcar en todos los que trabajan en una obra marianista. Lo concreto que
uno personalmente debe hacer en el conjunto de la obra puede ser poco aparente, pero uno debe estar convencido que
está participando en una misión más amplia”; cf. OTAÑO, I., o.c., p.30.
4 La anticipación profética del P. Chaminade se confirma en el tiempo nuevo iniciado con el Vaticano II, de modo singular en
su comprensión de la importancia de la educación como concretización de la misión de evangelizar: “Entre todos los
medios de educación, el de mayor importancia es la escuela, que, en virtud de su misión, a la vez que cultiva con asiduo
cuidado las facultades intelectuales, desarrolla la capacidad del recto juicio, introduce en el patrimonio de la cultura
conquistado por las generaciones pasadas, promueve el sentido de los valores, prepara a la vida profesional, fomenta el
trato amistoso entre los alumnos de diversa índole y condición, contribuyendo a la mutua comprensión; además, constituye
como un centro de cuya laboriosidad y de cuyos beneficios deben participar a un tiempo las familias, los maestros, las
diversas asociaciones que promueven la vida cultural, cívica y religiosa, la sociedad civil y toda la comunidad humana”
(Gravissimum educationis, 5).
5 OTAÑO, I., Siguiendo a Jesús Hijo de María, Madrid – España 1999, p. 29.
6 Aún si la terminología habla de Padre, el contenido y la aplicación alcanza al término Madre. En efecto, el Dios de Jesús
es en su modo de amar y actuar como un padre o una madre.
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de Batz de Trenquelléon y con María Teresa de Lamourous, compañeras e iniciadoras de la
familia marianista, plasmó su innovadora visión misionera para la revitalización de la Iglesia en
Francia.
La formación de las comunidades laicas constituyó su aporte revolucionario y visionario para
afrontar los retos impuestos por el contexto social, político y eclesial de la Francia de entonces.
Estas Comunidades Laicas fueron erigidas con un sello de unión y vínculo constitutivo con María.
“Alianza con María”, lo llamaba el P. Chaminade. Esto significaba colaborar con María en su
misión de hacer presente a Jesús en ese exigente contexto.
Se desprende de aquí un aporte propio a la misión evangelizadora de la Iglesia, un estilo mariano
de Iglesia. Hacerlo todo, precisamente, al estilo de María. Contemplarla en su participación y
disponibilidad a la vida y la acción de su Hijo Jesús, empeñado en mostrar el rostro amoroso de
Dios, determina en todo marianista su estilo de vivir el Evangelio y los valores que lo manifiestan.
Nuestro Carisma insiste, como rasgo de su ser, en los valores de la justicia, la fraternidad, la
solidaridad, el diálogo y la apertura.
1.1.3. Vivimos en Espíritu de Familia.
El P. Chaminade proponía no sólo el retorno a la concepción de comunión y participación del
movimiento iniciado por Jesús y de las primeras comunidades cristinas, sino también un particular
estilo de entender y vivir la comunión al interior de las comunidades marianistas. Y, a partir de esta
novedad de estilo, imprimió un rasgo de identidad al modo mariano de entender el hacer y el dar
testimonio de comunión dentro de la misma Iglesia y para la humanidad. Se trata de un estilo
enraizado en la igualdad creadora de comunión, en donde las diferencias generan
complementariedad y no enfrenamiento. Tal como lo vivió Jesús. A esto le hemos llamado espíritu
de familia.
Queremos que este espíritu de familia sea el sello distintivo de nuestras comunidades educativas.
Por eso invertimos en todo cuanto favorezca, promueva y afiance un ambiente institucional donde
se viva y explicite actitudes específicas del espíritu de familia: el respeto, la confianza, la
comunicación y la solidaridad (cf. R.V.M., 35). Nuestra referencia natural a María nos exige
suscitar como manifestación enriquecedora de este espíritu de familia los rasgos característicos de
su personalidad. En especial, su fe, su humildad, su sencillez y su hospitalidad.
Crear, sostener y testimoniar el espíritu de familia nos compromete y exige crear, sostener y
testimoniar un ambiente de relaciones donde se vive y se respira naturalmente intimidad, diálogo,
amor generoso, afecto, respeto, aceptación, responsabilidad. Todo cuanto contribuya a manifestar
el principio de igualdad creadora de comunión, posibilitando a cada miembro de esta familia que,
sabiéndose y sintiéndose amado, viva feliz, agradecido y entregado, como parte vital e
indispensable de su realizar el espíritu de familia.
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1.1.4. Formamos Comunidades.
Toda obra marianista, por vocación y carisma, está llamada a vivir el espíritu de familia, por medio
de la fraterna preocupación amorosa de todos sus miembros, visible y manifiesta en una fuerte
experiencia de comunidad. La institución educativa se convierte en una comunidad de fe cuando
profesores, administrativos, personal no docente y alumnado comprenden y expresan su fe en
coherencia con su comunidad, pues “vivimos en comunidad para dar testimonio del amor de Dios,
llegar a la santidad y realizar nuestra misión apostólica” (cf. R.V.M., 34).
El P. Chaminade comprendió que la comunidad constituye el medio privilegiado para cumplir
nuestra misión en perspectiva de la construcción de la comunidad humana, según la propuesta de
Jesús. La autenticidad del testimonio de nuestra vida de comunión produce más impacto que
nuestros discursos sobre la comunión pues, en línea evangélica, el vivir es la expresión completa
del decir (Mt 7,24-27).
1.1.5. Formamos en la Fe.
Nuestro objetivo principal es la “formación en la Fe”. Y, sin duda, entendemos la fe no como
aceptación y asentimiento de formulaciones doctrinales, sino como relación personal con Jesús, y
con el Dios Abbá, es decir Padre, que él nos ha revelado. Nos referimos a la experiencia de fe
fundada en el testimonio de Jesús, que en y con su humanidad habla de Dios.
La formación en la fe no es un matiz más de nuestro trabajo, sino su finalidad principal y nuestra
participación específica en la misión de la Iglesia. Educamos en la fe con el testimonio de nuestra
vida, que anuncia explícitamente a Jesús. Proponemos una metodología catequética progresiva y
transversal, pero también específica, para propiciar el encuentro y el conocimiento de Jesús. Una
metodología catequética de diálogo, de contacto directo, de asesoramiento y acompañamiento
cristianos a fin de engendrar “apóstoles” (es decir, “quien habla de..., comunica…”.) que vivan y
comuniquen su experiencia de seguidores de Jesús en comunidades laicas comprometidas con su
proyecto (cf. R.V.M., 71). Apóstoles, porque siendo primero discípulos comunican su experiencia
desde su vida concreta. La expresión discípulos misioneros de Aparecida es una exacta y
completa comprensión de la relación con Jesús y su proyecto de humanidad7.
La fe en dimensión evangélica nos lleva a la conversión de corazón que promueve la dignidad
humana, la justicia, la verdad y la libertad (cf. R.V.M., 72). Todo marianista, consecuente con su
7 Dos números del Documento de Aparecida basten para confirmar este principio: 144. Al llamar a los suyos para que lo
sigan, les da un encargo muy preciso: anunciar el evangelio del Reino a todas las naciones (cf. Mt 28, 19; Lc 24, 46-48). Por
esto, todo discípulo es misionero, pues Jesús lo hace partícipe de su misión al mismo tiempo que lo vincula a Él como amigo
y hermano. De esta manera, como Él es testigo del misterio del Padre, así los discípulos son testigos de la muerte y
resurrección del Señor hasta que Él vuelva. Cumplir este encargo no es una tarea opcional, sino parte integrante de la
identidad cristiana, porque es la extensión testimonial de la vocación misma.145. Cuando crece la conciencia de pertenencia
a Cristo, en razón de la gratitud y alegría que produce, crece también el ímpetu de comunicar a todos el don de ese
encuentro. La misión no se limita a un programa o proyecto, sino que es compartir la experiencia del acontecimiento del
encuentro con Cristo, testimoniarlo y anunciarlo de persona a persona, de comunidad a comunidad, y de la Iglesia a todos
los confines del mundo (cf. Hch 1, 8).
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“formación en la fe”, se une a quienes trabajan y luchan por la consecución de una dignificación
humana en plenitud.
1.2. Principios de la Pedagogía Marianista8.
1) La enseñanza como medio para educar en la Fe como experiencia de relación con Jesús.
2) María, estilo, modelo y estímulo en la misión educativa.
3) El espíritu de familia.
4) La educación cristiana como misión del educador cristiano y marianista.
5) El ejemplo del profesor-educador, eje de nuestra propuesta educativa y del principio de
autoridad.
6) La formación humana, cristiana y profesional del profesor-educador.
7) Respeto a la persona del alumno/a.
8) Respuesta a los tiempos, con métodos y estrategias nuevas.
9) El alumno/a es sujeto de su propia educación.
10) Educación integral personalizada, en la libertad y en la verdad.
11) Educar en la confianza: amar, creer y confiar en el alumno/a con entusiasmo y alegría.
12) Educación intelectual en un ambiente escolar estimulante, con disciplina y vigilancia educativa.
13) Firmeza y fortaleza en la educación, cultivando un espíritu de sacrificio/entrega y esfuerzo.
14) Juventud, impregnada de paciencia, entusiasmo y alegría.
15) La motivación escolar y la autoestima, cultivando todas las disciplinas académicas y el deporte.
16) Formación social e importancia de la cortesía, en colaboración con la familia, primer espacio
social de aprendizaje.
1.3. Características de la Educación Marianista.
1.3.1. Educamos para la Formación en la Fe.
La Educación es para nosotros un medio privilegiado de formar en la fe. Sembrar, cultivar y
fortalecer el espíritu cristiano y hacerlo fecundo en cada persona es motivación y meta de nuestra
tarea educativa (cf. R.V.M., 74). Nos proponemos, que nuestros alumnos y alumnas encuentren su
sentido de vida siendo testigos de una fe personal y comprometida con Jesús y su proyecto. Y,
atentos a las características de nuestras sociedades actuales, lleguen a ser agentes propicios del
diálogo entre fe y cultura, buscadores y defensores de la verdad, referentes éticos en sus
8 Para la comprensión de estos principios, tanto en su definición como en sus implicancias, es menester remitirse a los
apartados en este mismo documento donde se los explica.
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actitudes cristianas, responsables de toda persona humana y del logro de una sociedad más justa
y fraterna9. El compromiso de María con el proyecto de su Hijo marca la pauta de nuestra meta, y
es nuestra inspiración y referente como madre y discípula misionera gde Jesús.
1.3.2. Promovemos una Educación Integral de Calidad.
El P. Chaminade deseaba que las escuelas fueran ambientes educativos centrados en el valor de
toda persona. Es este el principio basilar y regente de la pedagogía y la propuesta educativa
marianista. Ambas, pedagogía y propuesta, se sostienen y se orientan al desarrollo integral de la
persona. Alcanzar la madurez humana y espiritual, desarrollar sus capacidades y descubrir sus
cualidades, adquirir conocimientos que desarrollen su pensamiento crítico, estimular su defensa y
compromiso con el bien común y con la creación entera, estimular su deseo y búsqueda de la
verdad son algunas de las dimensiones que abarcan la totalidad de la persona y, en
consecuencia, nuestras metas en su formación integral. Custodiando, con especial cuidado, la
consecuencia y coherencia entre la teoría y la acción.
1.3.3. Educamos en el Espíritu de Familia.
El espíritu de familia se sustenta en el postulado de igualdad evangélica, pues al reconocernos
iguales acogemos nuestras diferencias y damos paso a la confianza cultivada y fortalecida en las
relaciones interpersonales. Por ello, nos empeñamos en formar una familia con un afecto sincero
que nos capacite para la compasión y el perdón. Un afecto que opta siempre por el diálogo
respetuoso de la integridad de todos(as) y cada uno(a) de quienes formamos esta familia. Esto
origina un “aire de familia” identificador de toda escuela marianista, creando un ambiente para vivir
y aprender, que favorece la educación.
La estructura y las dinámicas de colaboración de nuestra escuela buscan formar y afianzar esta
identidad. En especial, comprendemos y expresamos la autoridad como servicio, a la luz de lo
enseñado por Jesús. De igual modo, la apertura, la hospitalidad, la amabilidad y la confianza que
reconocemos en la personalidad de María delinean nuestro modo de vivir y fomentan la comunión
en familia.
9 Nos anima reconocernos en la visión que el Concilio Vaticano II formuló para encaminar la naturaleza y la misión de la
Iglesia en la sociedad moderna: “La presencia de la Iglesia en la tarea de la enseñanza se manifiesta, sobre todo, por la
escuela católica. Ella busca, no en menor grado que las demás escuelas, los fines culturales y la formación humana de la
juventud. Su nota distintiva es crear un ambiente comunitario escolástico, animado por el espíritu evangélico de libertad y de
caridad, ayudar a los adolescentes para que en el desarrollo de la propia persona crezcan a un tiempo según la nueva
criatura que han sido hechos por el bautismo, y ordenar últimamente toda la cultura humana según el mensaje de salvación,
de suerte que quede iluminado por la fe el conocimiento que los alumnos van adquiriendo del mundo, de la vida y del
hombre. Así, pues, la escuela católica, a la par que se abre como conviene a las condiciones del progreso actual, educa a
sus alumnos para conseguir eficazmente el bien de la ciudad terrestre y los prepara para servir a la difusión del Reino de
Dios, a fin de que con el ejercicio de una vida ejemplar y apostólica sean como el fermento salvador de la comunidad
humana” (Gravissimun educationis, 8).
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1.3.4. Educamos para el Servicio, la Justicia y la Paz.
Nuestras obras marianistas deben dar un testimonio claro a favor de la dignidad humana
promoviendo la igualdad, la justicia y la fraternidad y rechazando toda manifestación de
discriminación, marginación y opresión. Es la concreción de nuestra misión de hacer visible el
reino de Dios propuesto e iniciado por Jesús de Nazaret, que está en el corazón de la pasión
misionera del P. Chaminade cuando se propuso la “recristianización” de la sociedad francesa (cf.
R.V.M., 5; 17).
Desde este planteamiento, educamos para la solidaridad, la justicia y la paz. Propiciamos la
atención preferencial a los pobres y marginados. Y, en razón de nuestro estilo inspirado en María,
nos comprometemos con la promoción de la dignidad y de los derechos de la mujer. En su
ejemplo asumimos también nuestra vocación profética pues, como primera seguidora de Jesús,
compartió la misión del anuncio de la buena noticia de liberación de toda injusticia y la denuncia
de cualquier causa y situación contraria a la condición digna y feliz de todo persona (Lc 1,46-55).
Todas las dimensiones de nuestra labor educativa están impregnadas de esta perspectiva, y
promovemos asimismo programas de servicio, de atención y de solidaridad.
1.3.5. Educamos para la Adaptación y el Cambio.
“A tiempos nuevos, métodos nuevos”. Esta convicción no solo determinó la obra y el compromiso
del P. Chaminade con su circunstancias contextuales, definió también la naturaleza del Carisma
marianista y de sus obras. Revisar los métodos, en todas las dimensiones de nuestro educar como
misión evangelizadora, mostrará nuestra relación y respuesta a la realidad donde estamos
presentes. La verdad y la profundidad de la lectura del contexto social y el cómo lo afrontamos se
reflejará tanto en la revisión de la vigencia de los métodos, como en la formulación de nuevas
estrategias en reemplazo de aquellas descontextualizadas.
Esta característica pedagógica de nuestro modelo educativo forma un estudiante situado y
sensible a su contexto y a los contextos globales, capaz de vivir el presente a fin de configurar el
futuro. Forjando su pensamiento crítico, lo educamos para que acepte y respete las diferencias en
una sociedad pluralista, como expresión de su amor y búsqueda de la verdad. El enfoque mariano
de nuestro educar fomenta la inculturación y una educación interdisciplinar, pues de María
aprendemos su apertura, su disponibilidad y respuesta, desde su experiencia de Dios y su fe, a los
tiempos que vivió. En este sentido entendemos la lectura y respuesta a los signos de los tiempos
como rasgo de una Iglesia cercana a la humanidad, según lo quiso el Vaticano II.
1.4. Valores compartidos por los Colegios Marianistas del Perú.
Son aquellos valores que inspirados en el Carisma marianista orientan la labor formativa en las
instituciones educativas marianistas del Perú. Estos son:
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Description:religiosas mistéricas, muchas de las cuales conjugan aspectos mágicos y . En nuestro país, y en Latinoamérica, es una realidad altamente sensible