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OBRAS MENORES
HIERÓN-AGESILAO-LA REPÚBLCI A D LEOS LACEDEMONOIS-
LOS INGRESOS PÜBLICOS-EL JEfE DE LA CASALLESAi -
DE LA EQUTlAaÓN-DE LA CAZA
PSEUDO JENOFONTE
LA REPÚBLICA DE LOS
ATENIENSES
BIBLIOTECA CLASICA CREDOS
BIBLIOTECA CLÁSICA CREDOS, 75 JENOFONTE
O B R AS M E N O R ES
HIERÓN - AGESILAO - LA REPÚBLICA DE LOS LACEDEMONIOS
LOS INGRESOS PÚBLICOS-EL JEFE DE LA CABALLERÍA
DE LA EQUITACIÓN - DE LA CAZA
PSEUDO JENOFONTE
LA R E P Ú B L I CA DE LOS
A T E N I E N S ES
INTRODUCCIONES, TRADUCCIONES Y NOTAS DE
ORLANDO GUNTIÑAS TUÑON
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EDITORIAL CREDOS
Asesor para la sección griega: CARLOS GARCÍA GUAU
Según las normas de la B. C. G,, las traducciones de este vo-
lumen han sido revisadas por AURELIO PÉREZ JIMÉNEZ y JUAN
ANTONIO LÓPEZ FÉREZ.
O EDITORIAL CREDOS, S. A.
Sánchez Pacheco, 81, Madrid. España, 1984.
JENOFONTE
HIERÓN, AGESILAO, LA REPÚBLICA
DE LOS LACEDEMONIOS, LOS INGRESOS
PÚBLICOS O LAS RENTAS, EL JEFE DE
LA CABALLERÍA O EL HIPÁRQUICO,
DE LA EQUITACIÓN, DE LA CAZA
Impreso en España. Printed in Spain.
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INTRODUCCIÓN
El Hierón da en sus comienzos la impresión de que
va a plantear una cuestión meramente individual, como
es la del mayor o menor placer que pueden disfrutar
el tirano o el ciudadano de a pie. Mas, a medida que
se avanza en su lectura, nos vemos obligados a rectifi-
car, al constatar que los diversos asp>ectos de la vida
pública se apoderan del diálogo y que, en realidad, si
al tirano no le va bien, es {xjrque está enfrentado con
toda la ciudad, como dice en 6, 14.
Lógicamente, en la segunda parte, Simónides no ve
otro medio para cambiar la triste situación del déspota,
que fomentar el bien público antes que su bien particu-
lar; o, mejor dicho, que el medio de que el gobernante
consiga la felicidad es lograr, a la vez, la felicidad de
toda la comunidad, como viene a decirse en 11, 1.
En una palabra, estamos ante una obra más que nos
confirma la estrecha vinculación, en la época clásica,
del individuo y la polis, de lo privado y lo público, y
que destaca que no hay otra vía para conseguir el co-
mún bienestar, así como que cualquier obstáculo que
se interp)onga entre ellos, como el del tirano, impedirá
su consecución.
τ
12 HIERÓN INTRODUCCIÓN 13
Fecha de composición
Contenido
Hay autores que piensan * que el Hierón fue escri-
El contenido de este diálogo entre el tirano Hierón
to después del año 358 a. C., basándose en la afirma-
y el poeta Simónides se centra en la pregunta inicial
ción de 3, 8 sobre las conspiraciones de los familiares
que plantea el poeta: la distinta situación del tirano y
del tirano. Efectivamente, ven en este pasaje una alu-
del particular en lo que atañe a alegrías y tristezas.
sión a los sucesos de los tiranos de Tesalia (Helénicas
La postura, invariable, de Hierón es que el tirano
VI 4, 33-37), cuando Polifrón asesinó a su hermano Poli-
goza menos y sufre más que el ciudadano corriente; jus-
doro —ambos, hermanos de Jasón y sucesores suyos—
tamente la contraria del poeta, para quien el tirano dis-
y Polifrón, a su vez, fue asesinado por Alejandro, que,
fruta mil veces más y sufre muchísimo menos.
más tarde, también se convirtió en víctima de su esposa
A lo largo de los once capítulos, se pasa revista por-
y de los hermanos de su mujer.
menorizada a los diversos aspectos de la vida privada
Asimismo, Higgins ^ dice que Jenofonte se decidió a
y pública, y se intenta averiguar quién sale más favore-
escribir esta obra movido, quizás, por el fulgurante en-
cido en esas situaciones desde la f>erspectiva del placer.
gr£Lndecimiento y caída de Jasón en la década de los
Punto de partida son los sentidos del hombre (vista,
años 70 y por las actividades del amigo de Platón, Dio-
oído, olfato, gusto y tacto), que son la primera fuente
nisio el Joven, en los años 360, en Siracusa.
de placer o dolor para el individuo. La investigación se
Marchant-Bowersock ^ enumeran diversos aconteci-
centra, en primer lugar, en las distracciones que nos
mientos relacionados con los tiranos de la época: Dioni-
llegan por la vista, esto es, los espectáculos. Hierón afir-
sio el Viejo, Dionisio el Joven y los ya aludidos Jasón
ma que no puede asistir a los espectáculos públicos por
de Feras y sus sucesores, acontecimientos en los que
la falta de seguridad en que se encuentra; y que los pri-
han intentado justificar las diferentes fechas: ca, 383,
vados resultan muy caros para el tirano. Simónides le
367 y 359 a. C. Por otro lado, advierten que no es neces-
replica que no podrá decir lo mismo del segundo senti-
dario suponer que Jenofonte tuviese en cuenta algún
do, ya que sus oídos son constantemente halagados. A
acontecimiento particular o persona determinada cuan-
ello responde Hierón que los elogios realmente agrada-
do escribió el Hierón. Simplemente sería, según ellos,
bles son los que se hacen én libertad y no por adulación.
un diálogo socrático sobre un tema que le atraía espe-
Respecto al gusto, Simónides cree, como todo el mun-
cialmente. Se inclinan estos autores por una fecha tar-
do, que el tirano come y bebe mejor, porque sus platos
día, los últimos años del escritor, a juzgar por la lengua
se salen de lo corriente. Mas, según Hierón, las fiestas
y las influencias retóricas de la obra.
agradan p>or lo que encierran de novedad o sorpresa y
los manjares gustan solamente si hay apetito; condicio-
' Cf. W. E. HICCINS, Xenophon the Athenian. The problem of the
nes éstas que no suelen darse en la mesa del poderoso.
Individual and the Society of the Polis. Albany, 1977, págs. 61 y 131.
2 Xenophon the Athenian..., pág. 60. En consecuencia, dice él, los particulares disfrutan más
^ E. C. MARCHANT, G. W. BOWERSOCK, Xen, VU. ScHpta minora de las fiestas y banquetes. Y asimismo, de los perfumes
(Loeb), Londres-Cambridge-Massachusctts, 1968, págs. XIV y XV.
12 HIERÓN INTRODUCCIÓN 15
y olores agradables, gozan más los que acompañan al puesto en el capítulo 2: los tiranos son, en realidad, po-
tirano que el propio tirano. bres, ya que no pueden cubrir sus necesidades, o sea,
Simónides pasa, luego, a considerar los placeres del aventajar a otros tiranos, poseer ciudades, puertos y te-
amor en el doble plano de la sexualidad griega, para rritorios, pagar a sus ejércitos, etc.
concluir que en este terreno sale beneficiado el tirano, Triste también es el destino del tirano que admira,
ya que puede estar con las personas de mayor belleza. como sus súbditos, a los hombres valientes, sabios y
Hierón, sin embargo, no está de acuerdo; pues, en cuan- justos, y se ve obligado, por recelo, a servirse de perso-
to ai matrimonio, nos proporciona dinero, prestigio y nas injustas, corrompidas y serviles, según dice Hierón
placer el que se hace con personas más importantes, en el capítulo 5.
mientras que, en otro caso, es una deshonra; lo que le En el capítulo 6, Hierón añora los placeres perdidos
sucede al tirano, a menos que se case con una extranje- de que disfrutaba cuando era un simple ciudadano: amis-
ra. Y respecto al amor con jovencitos, como Daíloco, tad y conversación con los amigos, bsinquetes, embria-
por una parte, se desea lo que no puede conseguirse guez, sueño. El temor destruye su felicidad y lo pone
y, por otra, el amor debe ser voluntario, no forzado. en una guerra perpetua. Simónides replica que no exa-
Ahora bien, el tirano nunca puede estar seguro de si gere, pues también en la guerra podemos comer tran-
es correspondido con este amor o está ante un amor quilos, confiados en la guardia, y el tirano tiene vigilan-
fingido por el miedo. tes a sueldo que le protegen; pero Hierón le rebate, al
En el capítulo 2 se trata de la posesión de bienes puntualizar que éstos se venden al mejor postor y, por
extemos o riquezas y, en particular, de la facilidad del tanto, no se puede confiar en ellos. En cuanto a las po-
tirano para realizar la conocida máxima que resume el sibilidades del tirano para hacer bien a los amigos y
código pagano de las relaciones con el prójimo: hacer mal a sus enemigos, él cree que en la práctica no es
bien a los amigos y mal a los enemigos. Hierón soslaya, así, ya que sus favorecidos lo que desean es perderlo
de momento, en su respuesta la cuestión planteada por de vista, una vez recibido el favor, y a sus enemigos
el poeta y enumera otros bienes de los que disfruta más no puede encerrarlos a todos, pues entonces encerraría
el particular: paz, viajes, seguridad e, incluso, la gue- a la ciudad entera.
rra, cuyas ventajas se convierten en problemas para el En el capítulo 7, Simónides espera salir más airoso
tirano. en el terreno de los honores que es lo que verdadera-
El capítulo 3 versa sobre la amistad y el amor de mente distingue al ambicioso de los demás hombres y
amigos y familiares, y poco puede gozar de ella quien, de los animales, y que por sí solos justifican la tiranía.
como el tirano, es víctima frecuente de sus conspira- Hierón rebate esa afirmación con el mismo argumento
ciones. utilizado en el tema del amor: las muestras de respeto
La falta de confianza y seguridad en sus súbditos, motivadas por el miedo, como levantarse, ceder el paso
que se hace patente en el miedo constante a ser envene- y hacer regalos, no son verdaderos honores. Simónides
nado, es la cuestión planteada en el capítulo 4. Aquí queda en una posición realmente embarazosa. Ha ago-
también responde Hierón con una paradoja a la pre- tado todos los temas, y entonces, ante la actitud negati-
gunta sobre las riquezas que Simónides le había pro- va y pesimista de Hierón, le hace abiertamente la pre-
17
16 HIERÓN INTRODUCCIÓN
gunta que andaba flotando en el ambiente de este diálo- pias del tirano, como impuestos, vigilancia, castigos, mer-
go: ¿por qué, entonces, no dejas la tiranía? Él se defien- cenarios que le salen caros al ciudadano.
de como puede, sin rendirse jamás, y responde, con una En el capítulo 9, Simónides objeta que hay ocupa-
nota de humor negro, que ni siquiera eso le está permi- ciones enojosas y ocupaciones gratas, como castigos y
tido, pues jamás podrá resarcir de los graves males oca- premios. El gobernante debe ocuparse de las segundas
sionados. La horca es la única ventaja del tirano. y encargar las primeras a otros, de modo que en todos
los asuntos públicos lo atractivo recaiga sobre él, como
Tal vez haya que ver en este último párrafo un rasgo
hace el arconte con los coros: él reparte los premios,
de ironía del poeta Simónides que expresa, por la pro-
mas los coregos y otros se encargan del trabajo y co-
pia boca de Hierón, la triste realidad del tirano, recelo-
rrección. Deben establecerse premios para todas las ac-
so de todos y de todo, aborrecido por todos, abocado
tividades, incluso para la agricultura y el comercio, así
a su propia destrucción.
todo marchará mejor y los ingresos mayores compensa-
Después de este climax se podría haber dado por con-
rán los gastos.
cluido el diálogo, pero Simónides vuelve del revés los
propios argumentos del tirano y, en los capítulos fina- Después de estos alicientes económicos, el capítulo
les: 8, 9, 10 y 11, le propone un proyecto ideal de go- 10 plantea el espinoso problema de los mercenarios. El
bierno que no está reñido con el amor, el cariño y el plan de Simónides es convertirlos en protectores de to-
respeto de sus súbditos, sino que, al contrario, ofrece dos los ciudadanos y de sus bienes, tanto en la ciudad
más posibilidades de acrecentarlo. Aunque Simónides como en el campo, y no sólo de los bienes privados del
no lo afirme explícitamente, es una forma sutil de de- tirano. De este modo, los súbditos se convencerán de
cirle con ironía que no hay otro camino para dejar la su necesidad y contribuirán a su mantenimiento, a la
tiranía que transformarla en un gobierno justo y nor- vez que defenderán sus intereses.
mal que fomente el bienestar de todos. El último capítulo es una exhortación al fomento de
Sin embargo, debe notarse que el poeta al comienzo los gastos públicos cuyas ventajas son notorias para el
de este plan, capítulo 8, no usa el término «tirano», si- país y para el propio tirano; ya que la ciudad será más
no árkhein (mamdar, gobernar), que no tiene las conno- fuerte, las rentas mayores y los enemigos la respetarán.
taciones negativas del primero. Ya sea un modo irónico Por la misma razón de que lo beneficioso para la
de condenar la tiranía, como dice Higgins ya sea otro ciudad lo es también para el tirano, le aconseja, para
motivo cualquiera, el hecho está ahí y hay que anotarlo. evitar recelos, que prepare la ciudad entera para las
Simónides empieza explicando que de actos que rea- competiciones contra otros gobiernos y no lo haga él
Hzan por igual el tirano y el particular, como el saludo, personalmente con sus cuadrigas. Ésta es la única vía
la alabanza, gratificaciones, cuidado de enfermos, rega- para atraerse el amor, la amistad y el respeto; en una
los, tolerancia de la vejez, el gobernante obtiene mayor palabra, para ser afortimado y no blanco de envidias.
agradecimiento que el particular y, por eso, es más ama- Si contemplamos en su conjunto el diálogo, adverti-
do. Pero Hierón no pasa por alto las pesadas cargas pro- mos dos partes bien diferenciadas en su presentación:
los siete capítulos primeros, dos tercios aproximadamen-
te, y los cuatro últimos, el otro tercio. En la primera
Xenophon the Athenian..., págs. 64-65.
75.-2
12 HIERÓN INTRODUCCIÓN 19
parte se describen por el mismo tirano con tintes muy tipo de vida que no puede seguir Hierón, según dice
negros los aspectos desagradables de la tiranía, para él mismo, cuando compara el Hierón y la Ciropedia y
concluir con la propuesta de la horca como su única cierra el comentario de este diálogo afirmando que la
salida. En la segunda, Simónides pretende hacerle ver Ciropedia presenta un ideal de gobierno y el Hierón la
que hay otra solución más natural y, sobre todo, más vía negativa de ese ideal. Sin negar la validez de la afir-
favorable para el tirano y sus subditos, que es convertir mación sobre la Ciropedia, nosotros creemos que el Hie-
la tiranía en un gobierno justo mediante un programa rón considera ambos aspectos en la primera y segunda
ideal, pero realizable, en teoría al menos, que le facili- parte respectivamente.
tará a él la felicidad que ahora no posee y la prosperi-
Jenofonte no presenta a los dos personajes del diálo-
dad a todo el país.
go bien caracterizados Así, Hierón no es el persona-
Nótese también que, en la segunda parte, Hierón in- je histórico de las odas de Píndaro y Baquílides, no es
terviene sólo dos veces. En realidad, es casi un monólo- el gran guerrero y legislador clarividente, es tan sólo
go del poeta seguido de una exhortación final. ¿No se un déspota de la peor calaña. Simónides tamjjoco es el
quiere significar con esto que el tirano no tiene nada poeta cortesano. Se alude, es cierto, en 9, 4, a los coros
que ver con esa forma de gobierno, que no es la suya, y, en 1, 14, al elogio del tirano por los poetas, i>ero sin
y que, por eso, su única actitud ante ella tiene que ser mayor trascendencia; y la observacióa de 1, 22 sobre
el silencio? Higgins® se pregunta si es que no puede los sabores refinados no cuadra con un hombre a quien
responder a Simónides, o es que ha abandonado la es- le gusta la buena mesa. En el capítulo 8 es Jenofonte,
cena para volver impertérrito a su gobierno. y no Simónides, quien habla; las recomendaciones fina-
Higgins ^ observa que la discusión se centra única- les son paralelas a las de El jefe de la caballería y Los
mente en la diferencia cuantitativa de placer entre idió- ingresos públicos.
tës y tirano, una cuestión de pleonexia y meionexía, un
tener más o menos y que peca de quimérica, ya que
evita deliberadamente la cuestión central que es la na- Influencia de la obra
turaleza auto-engrandecedora de la tiranía, y no su par-
te más o menos grande de placer frente al individuo. El Hierón tiene sus fuentes remotas en las relacio-
Los rasgos de la tiranía, por otra parte, son los mismos nes de Simónides con la corte del tirano, probablemen-
que ve Jenofonte en los Treinta Tiranos: engaño, en lu- te, en el año 476 a, C., cuando rondaba ya los 80 años.
gar de fe o confianza, interés por lo personal y autodes- Dentro de las variadas historias que circulaban sobre
trucción causada por la sospecha y confusión (Heléni- esas relaciones debe incluirse la conversación que pone
cas II 3, 1 y ss.). Jenofonte en boca del poeta y del tirano sobre un tema,
Pero Higgins parece olvidar el contenido de la se- la monarquía, que le es muy querido®.
gunda parte, con la invitación de Simónides a un nuevo
' Xen, Scripta minora, págs. XV y XVU.
' A. LESKY, Geschichte der gñechischen Literatur = Historia de
5 Ibid., pág. 63.
la literatura griega [trad. J. M. DÍAZ REGAÑÓN y B. ROMERO). Madrid,
® Ibidem.
1976, págs. 212 y 653.
12 20
HIERÓN INTRODUCCIÓN
Su maestro Sócrates pretende dar una definición del Trad. y comentario, San Sebastián, 1969), y la de nues-
tirano en las Memorables (IV 6. 12) y, al final del Econó-
tro maestro, el profesor D. Manuel Femández-Galiano,
mico, vuelve sobre la misma cuestión.
en «Clásicos Políticos», de 1971. La nuestra le debe mu-
No p)odía faltar un estudio de la figura del tirsuio cho y, por supuesto, no estaría justificada, si no existie-
en la República de Platón, que está directamente rela- ra el compromiso de traducir el volumen completo de
cionada con la cuestión que le obsesiona, el buen go- los opuscula.
bierno, y así lo hace en libro IX. Quizás tengan razón
La colección «Fundación Bernât Metge» cuenta con
Marchant-Bowersock ' cuando afirman que, con este
una versión en catalán desde 1967, de la que es autora
estudio brillante, sale perjudicado Jenofonte, pues, co-
Teresa Sempere.
mo en el Banquete, la comparación con el divino Platón
En francés hay una, que sepamos, de 1711, publica-
empaña su obra.
da en Amsterdam, Hieron ou portrait de la condition
Marchant-Bowersock nos recuerdan también lo des Rois, y otra reciente de J. Luccioni, con introduc-
que podríamos llamar la primera influencia del Hierón ción y comentarios.
en otra obra griega, en el discurso Sobre la paz de Isó- Citemos también la inglesa de Marchant-Bowersock,
crates, así como en los cínicos, su obra preferida, uno de 1968, en la colección «Loeb Classical Library». Esta
de cuyos temas comunes era la desgracia del déspota. traducción es, en realidad, del año 1925. En 1968 se le
También fueron muy leídos el Hierón y el Agesilao por añadió La República de los atenienses, como suplemen-
los aticistas y sofistas de los siglos i y u d. C., especial- to, editada y traducida por G. W. Bowersock. Aquí se
mente por Dión de Prusa y Arriano. cita la obra por la última edición, es decir, como de
Con los humanistas del Renacimiento vuelve a inte- Marchant-Bowersock, conjuntamente, tanto al referirse
resar este tema y ello se refleja en las traducciones al a las obras de Jenofonte como a La República de los
latín de Erasmo de Rotterdam, en 1530, y de Theodorus atenienses.
Jansonius, con un expresivo segundo título Hiero sive
de regno, que justifica la importancia del tema; sin que
sea preciso recordar los estudios sobre el príncipe de
Texto adoptado
Maquiavelo, Fray Antonio de Guevara, Diego de Saave-
dra Fajardo, Baltasar Gracián, y otros.
Se ha adoptado el texto de E. C. Marchant, en la edi-
ción de los «Oxford Classical Texts» (1920), salvo en los
pasajes siguientes, en los que hemos preferido las va-
Traducciones
riantes de M. Femández-Galiano:
Las versiones españolas conocidas son relativamen-
MARCHANT (OXTORD) M. FERNANDEZ-GALIANO
te recientes como la de M. Cabañero García, (Hierón.
2,1 ... δψων ... όψ£ων
2,14 ... t συνόντες ... άμύνοντες
' Xen. ScHpta minora, pág. XVI.
2,16 ... βουλή ... συμβολή
Ό Ibid., págs. X y ΧΠ.
