Table Of ContentJosé Ignacio González Faus
« N i n g ún o b i s po i m p u e s t o»
(San Celestino, papa)
Las e l e c c i o n es episcopales
en la historia de la Iglesia
Editorial SAL TERRAE
Santander
© 1992 by Editorial Sal Terrae
Guevara, 20
39001 Santander
Con las debidas licencias
Impreso en España. Printed in Spain
ISBN: 84-293-1067-3
Dep. Legal: BI-1512-92
Fotocomposición:
Didot, S.A. - Bilbao
Impresión y encuademación:
Grafo, S.A. - Bilbao
A Ramón Buxarrais y Nicolás Castellanos,
hermanos y ejemplos:
«Ellos han vencido...
por el testimonio que dieron
y porque no amaron tanto su vida
que temieran la muerte»
(Apocalipsis 12,11)
índice
Al lector. 11
1. Determinación del sujeto
(los dos primeros siglos) 13
1. Primer punto de llegada 13
2. Pasos previos 14
3. Ambigüedades de lenguaje:
apostolicidad, sucesión, obispo 16
4. Conclusiones 21
2. Dificultades y frutos del principio electivo
(s.III) 23
1. Problemas 23
2. Peligros 26
3. Ventajas 27
3. Nuevos problemas del principio electivo:
arbitrajes y aristocratización (s. IV) 31
1. Amenazas para el principio electivo 32
2. Necesidad de arbitrajes 33
3. Posibilidad de arbitrajes políticos 35
4. Limitación clerical del principio electivo 36
5. Reivindicaciones del pueblo 37
4. Los papas, grandes defensores del principio
electivo y de las iglesias locales (s. V) 41
1. Aceptación por el pueblo 41
i «NINGÚN OBISPO IMPUESTO»
2. Función de los Metropolitanos 43
3. San León Magno y la voluntad del pueblo 46
4. Conclusión 49
APÉNDICES HISTÓRICOS 51
5. La lucha entre la dura realidad
y el Evangelio (ss. VI-VII) 55
1. Oscilaciones significativas 55
2. Los concilios hispanos 59
3. Los concilios francos 61
4. Gregorio I (590-604) 64
5. Conclusión 70
6. Entre el caos y la añoranza
(hasta el fin del milenio) 73
1. Concilios ecuménicos 73
2. Las protestas proféticas 77
3. La práctica eclesial 84
4. Del rey a los nobles:
la «feudalización» del episcopado 93
5. Intervenciones papales 100
6. Conclusión 105
7. La cuestión de las investiduras:
de la reforma a la reservación (ss. XI-XIV) 107
1. El intento reformador de Gregorio VII 108
2. Escapatorias y resistencias 111
3. Últimos coletazos del principio electivo 117
4. Hacia la reservas pontificias 121
8. La reforma imposible
(hasta el Concilio de Trento) 127
1. El Concilio de Basilea (1433) 128
2. El V Concilio de Letrán (1512-1517) 131
3. Trento (1546-1563) 133
4. Apéndice 139
ÍNDICE
9. De las reservas a las regalías 141
1. Precedentes de las regalías 141
2. Primeros inconvenientes 142
3. Francia y los galicanismos 145
4. El siglo de los concordatos 146
5. Primera reacción contra las regalías 147
6. ElVaticanoII 149
10. Conclusiones 153
Ál lector
Creo que este libro necesita un par de advertencias, casi
imprescindibles para poder situarse en él. Después de ellas,
cada quien podrá decidir cuál será para él la mejor forma
de abordar y de leer las páginas que siguen.
En primer lugar, éste no pretende ser un libro de his
toria, sino de teología. A pesar de lo cual, es un texto
cargado de citas y de referencias históricas que pueden
hacerlo pesado. Ello obedece a la naturaleza del tema, pero
también a mi convicción de que la historia de la Iglesia es
uno de los más importantes «lugares teológicos» para una
eclesiología. Desde aquí se comprende que las conclusio
nes del libro no pretenden ser simplemente históricas, sino
estrictamente dogmáticas: es una obra que no aspira a au
mentar la erudición, sino la fidelidad. Que este objetivo
se haya conseguido o no, será responsibilidad mía; pero
el objetivo del autor ya advierte al lector sobre lo que debe
buscar en la obra.
La segunda advertencia es que éste no es un libro de
investigación, sino —en todo caso— de recuperación. Es
verdad que un lector medio, aun en temas de teología, no
está muy acostumbrado a encontrar referencias a obras
como el «Mansi» o los «MGH». Pero esto no quiere decir
que el carácter de la obra sea el de investigación histórica:
ni yo soy historiador, ni he acudido a las Fuentes como
primera instancia. Muchos de los testimonios que presento
habían pasado ya a obras de divulgación, como Historias
de la Iglesia o pequeñas monografías sobre el tema de este
libro, y era importante rescatarlos de allí. Otros me los
encontré medio por casualidad, mientras perseguía otras
cosas; y ello puede significar que, probablemente, aún
existe más material sobre el tema, aunque el que presento
aquí parece ser el más significativo. Mi intención no ha
sido descubrir ese material, sino juntarlo, clasificarlo y,
así, recuperarlo para las comunidades cristianas (que son
las más afectadas existencialmente por el tema del libro),
no para los historiadores, que lógicamente ya deben co
nocerlo. O con otras palabras: mi interés último no ha sido
la ciencia, sino la Iglesia; aunque estoy absolutamente con
vencido de que también el interés por la Iglesia ha de pasar
la reválida de las mediaciones científicas.
Y de estos objetivos se deduce ya la tercera advertencia:
no creo que el lector necesite leer todo el libro y todas sus
citas de golpe. Si yo estoy obligado por la cantidad (porque
eso refuerza la argumentación y las razones), es posible
que el lector se sienta más obligado por la calidad, es decir:
no por la acumulación de textos, sino por la reflexión
madura y ponderada sobre algunos, o sobre algún ejemplo
de cada época. Por ello lo más sensato quizá sea comenzar
por las conclusiones, que son punto de llegada y delibe
radamente breves. Y luego, una vez conocida la panorá
mica que allí se ofrece y las propuestas modestas que allí
se formulan, será el momento de decidir si el lector quiere
recorrer paso a paso todo el proceso que lleva hasta allí,
o sólo una parte, o una selección de los puntos que le
interesen más. Para esto puede ayudarle el índice mismo
del libro.
J.I.G.F.
Sant Cugat del Valles
junio 1992
1
Determinación del sujeto
(los dos primeros siglos)
1. Primer punto de llegada
El primer texto con cierto carácter legal al que se puede
pedir información sobre el nombramiento de los obispos
es la Tradición Apostólica de Hipólito, que procede quizá
de los primeros años del s. III, pero recoge y sistematiza
la praxis de los años anteriores. Es una obra a la que se
reconoce cierto carácter «restaurador» o, al menos, nor
mativo y deseoso de evitar descontroles. En su cap. 2
leemos:
«Que se ordene [cheirotonein] como obispo a aquel que,
siendo irreprochable, haya sido elegido por todo el pueblo.
Cuando se pronuncie su nombre y haya sido aceptado, se
reunirán un domingo el pueblo con el presbiterio y los
obispos que estén presentes.
Con el consentimiento de todos, los obispos le impon
drán las manos mientras el pueblo permanece en pie. Y
todos guarden silencio rezando en su corazón para que
descienda el Espíritu. Luego de esto, a petición de todos,
uno de los obispos le impondrá las manos diciendo: ...»
[sigue el texto de una plegaria]. (Ed. SCh [Sources
Chrétiennes] Ubis, pp. 40-42.
En este texto, la palabra episkopos tiene ya prácticamente
el mismo sentido que entre nosotros: la cabeza «monár-