Table Of ContentRosine Lefort
en colaboración con
Robert Lefort
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6
Dos psicoanálisis: Nadia (13 meses)
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TítuJo ongmal-. Naissance de l’Autre. Deux psychanalyses: Nadia (13 tnois),
Marie-Franfoise (30 mois)
Publicado en francés por Éditions du Seuil, París
Traducción de Marta Vasallo
Revisión técnica de Femando de Vicente
Cubierta de Mario Eskenazi
Colección dirigida por Jacques-Alain j Judith Miller
1.* edición, 1983
1.* reimpresión, 1995
© 1980 by Éditions du Seuil, París
© de todas las ediciones en castellano,
Ediciones Paidós Ibérica, SA,
Mariano Cubí, 92 - 08021 Barcelona
y Editorial Paidós, SA1CF,
Defensa, 599 - Buenos Aires
ISBN: 84-7509-174-1
Depósito legal: B-33.399/1995
Impreso en Hurope, SX.
Recaredo, 2 - 08005 Barcelona
Impreso en España - Printed in Spain
ÍNDICE
Prefacio 9
. I. —NADIA O EL ESPEJO
1. El pequeño otro 13
(£-15 de octubre)
2. El gran Utro 23
(16 de octubre-7 de noviembre)
3. La pulsión escópic» ^3
(9,10 y 12 de aañúdate)
4. La primera identificación 41
(13 de noviembre-8 d, diciembre)
5. El fantasma runaamentai 57
(10 de diciembre)
6. Lo pre-especular 67
(11 de dióembre-3 de enero)
7. El pequeño otro: la muñeca 93
(4-16 de enero)
8. El espejo I: nuestra imagen 109
(17-31 de mero)
9. El espejo II: el retorno 151
(1-8 de febrero)
10. El espejo IQ: el tercer término 167
(9 de febrero-l.® de marzo)
11. El cuerpo perforado, tonco 189
(4 de maizo-23 de abril)
12. El intercambio 215
(25 de abril-8 de mayo)
13. La vida 225
(mayo-septiembre)
II.- ■ MARIE-FRANGOISE 0 EL AUTISMO
1. L« locara: ni «a», ni «A» 245
(30 de septiembre-4 de octubre)
2. El Otro: una ausenda re 255
(7 y 8 de octubre)
3. Lo Real 7 e igujero del cuerpo 265
(9 y 10 de octubre)
4. Rellenar verdaderamente el agujero de su cuerpo 273
(13 7' 14 de octubre)
5. Lo Real 7 el dignificante separados 283
(15, 17'y 18 de octubre)
6. Lo Real, la demanda y el significante 297
(21, 22 7 23 de octubre)
7. El doble y lo Real 311
(25, 27 y de octubre)
8. La tentación del Otro portador del objeto 323
(31 de octubre. 3 y 5 de noviembre)
9. El espejo en lo Real 335
(10-19 de noviembre)
10. La emergencia de una llamada al Otro 353
(22 y 24 de noviembre)
m . —CONCLUSIONES
1. Clínica 7 topología 3<S1
2, Matáfott f HMilmll 371
.¿a;
J. Elemtntoi de topología 381.
Llevé a cabo los tratamientos que constituyen la materia de este
libro, lo mismo que otros dos, el de Robert, «el niño del lobo» y el
de Maryse —que son el material de otros dos libros— entre sep
tiembre de 1951 y noviembre de 1952 en la Fondadbn P&rent de
Rosan, que pertenecía al servicio de Jenny Aubry.1
Era una institución de asilo temporario de niños, que dependía
de la Asistencia Pública, al estilo de las que todavía existen para ni
ños de poca edad que esperan ser colocados, o en la mayoría de los
casos, que han sido confiados temporalmente a ella durante la en
fermedad de la madre.
Llevé a cabo esos tratamientos antes de recibir formación teórica
alguna, y están estrechamente vinculados con mi propio análisis.
El tratamiento de Nadia fue el primero desde el punto de vista
cronológico. Hemos de ver cómo es que lo inicié. Ese tratamiento
duró aproximadamente diez meses, desde octubre de 1951 hasta julio
de 1952.
En octubre de 1951, hada dieciocho meses que. yo había iniciado
1. Estos tratamientos se inscribían en el marco de una investigación acer
ca de 1 condiciones y consecuencias de la internación prolongada de niños
pequeños (hospitalismo), investigación realizada desde 1948 hasta 1953 en el
servicio de Jenny Aubry, inidalmente subvencionada por el Instituto nacional
de higiene, y después, a partir de fines de 1950 y hasta 1953, por el Centra
internacional de la infancia (Pr. Robert Debré), asociada en este segundo pe
riodo con la investigadón- del equipo inglés dé Tavistock, bajo la dirección de
John Bowlby. Los resultados se publicaron en el libro de Jenny Aubry y sus
colaboradores Carence de soins materncls, PUF, 1953, reeditado en Éditions
d» la Parole en 1964 (flotado).
un análisis, impuesto por mi necesidad de salir de un sufrimiento neu
rótico, y que por esa razón me resultaba muy difícil. Difídl hasta el
punto de que en el curso del tratamiento de Nadia me sentí durante
varios meses en la imposibilidad de seguir regularmente las sesiones
d<» mi ptopio análisis.
El tratamiento de Nadia, lo mismo que el de los demás niños, que
remeneé sucesivamente er> el curso de los tres meses subsiguientes,
desempeñó, pues, de alguna mánerg, la fundón de sustituto en mi
proceso analítico, dentro del cual se inscribió.
ADVERTENCIA
Los relatos ie tas sesiones, transcritos can margen y señala
dos con dos cuadros, son los que ;scribí durante los’ años
1951 y 1952, por la noche, después de cada una de las sesiones.
Hice estos tratamientos antes de adquirir formación teórica,
fuera psicológica o analítica, por una parte, y por otra escribí
estos informes antes de que Locan diera sus seminarios, de ma
nera que los términos y formulaciones que empleo son los que
tenía entonces a'mi disposición, y como tales y en esas condi
ciones han de ser tomados,
Rosine Lefort
NADIA O EL ESPEJO
EL PEQUEÑO OTRO
La dividía
8-15 octubre
□ □ Nadia llega a la fundación cuando tiene trece meses y me
dio de vida. Desde que nadó ha sido separada de su madre tu
berculosa, de modo que no conoce otra cosa que este tipo de
establecimiento.
Como suele suceder en estos casos, las reiteradas afecdones
rinofaríngeas impiden una crianza estable: Nadia va de la casa
cuna al hospital y del hospital a la casa cuna. Su legajo médico
nos informa de que a los dos meses padedó una adenoidecto-
mía. Esta afecdón se prolongó acompañada de otitis y diarreas
hasta culminar, a los cinco meses, en una mastoiditis doble gra
ve, que requirió un* antrotomía bilateral. Debido a un abceso
sobre la dcatriz de la antrotomía, Nadia se quedó en el hospi
tal durante tres meset,
Cuando ingresa en Parent de Rosan, Nadia tiene un aspecto
deplorable, y a los pocos días su estado geriér al se agrava debi
do a una otorrea y una diarrea permanentes.
En esa época me encuentro en el servido de Jenny Aubry
a cargo de la observadón de ocho a diez niños de 1 a 3 años.
Cuandc los niños I' gan son agrupados por espado á< quince
días en un lazareto, para ¿ ev ir enfermedades infantiles con
tagiosas. Nadia forma parte de ese grupo, y de ninguna manera
es entre los demás niños el único objeto de mi aiendón. De
modo que en las notas que tomé a propósito de ella hay que
+ener en cuenta ante todo las condiaones de la reíadún que es-
tabled con ella: nada que ver, en un primer momento, con una
psicoterapia individual.
Nadia es muy delgada, tiene la piel amarillenta. Su rostro
es demacrado; lo que llama la atención son sus grandes ojos
negros, con ojeras; en su rostro sólo su mirada es viva, muy
atenta a lo que sucede a su alrededor.
El atraso en estatura y peso es considerable: pesa solamen
te 8 kilos y medio, y mide 71 cm, así que uno creería encontrar
se ante una niña de ocho meses.
Si se la observa en su habitación, llama la atención su inmo
vilidad. Pasa días enteros sentada en lo alto de su almohada,
con las dos manos aferradas al borde de la cama. Si alguien le
tiende un pastel no hace el menor movimiento por tomarlo. Si
la levantan y la colocan en el suelo no se desplaza, su mirada
se apaga y se balancea violentamente. Sentada en medio de los
demás niños, tampoco hace ningún movimiento para tratar de
apoderarse de un juguete. Pero si junto a ella otro niño lo hace,
grita y se echa violentamente hacia atrás, después vuelve a sen
tarse y reanuda su balanceo.
Esta reacción ante la aparición de otro bebé en su campo,
nos orientará hacia la naturaleza de su relación con el pequeño
otro.
Su aprehensión de los objetos es muy peculiar. Si aproxima
la mano, una mano enflaquecida de largos dedos, animados de
movimientos de araña, no hace más qué rcizar el objeto con la
punta de los dedos; si logra tomarlo,, su mano se abre casi de
inmediato, como si, un resorte automático ítsencadewj? el
gesto de abandonar el objeto. Ninguna manifestación emotiva
acompaña a estos movimientos.
Nadia no tiene contactos espontáneos con Ips adultos. El
personal lo atribuye al miedo, pero ella nc demuestra tener
miedo.
En" el cursó de una discusión sobre ella no se plantea un
diagnóstico propiamente dicho, poryue la falta de contacto en
ella no justifica la evocación de un síndrome patológico; su ais
lamiento está leios de ser total; lo testimonia su mirada vivaz,
muy atenta.
□ O ' Lo que percibo el 8 de octubre, la primera vez que la vec.
es precisamente la posibilidad de un contacto. Pero ella no lo
manifiesta francamente
Está sentada en su cama, en su actitud habitual, con las dos
manos crispadas en el borde de la cama y el cuerpo completa
mente inmóvil. Los pocos gestos que hace muestran una tenden
cia a la perseveradón; la fijeza de sus actitudes llega a dar la
impresión de que su estado es cata tónico.
El 12 de octubre, cuando vuelvo a . verla, está en la cama,
en su dormitorio. Se pretísa la posibilidad de-un contacto con
migo: sonríe y parece encantada cuándo le, hablo. Va; a sentar
se en lo alto de su almohada,. todavía más sonriente.
L< tiendo un muñeco de caucha; lo toma, lo aprieta cotí
las dos manos, pero con movimientos torpes y gestos parásitos
de acuerdo con el tipo de aprehensión que be descrito. Acuna
al muñeco, lo besa, lo lame, lo arroja, lo toma y me lo da, lo
vuelve a.tnmar
En ese momento, la enfermen- empieza a dar de comer a
los otros. Cada vez que Nadia la ve ocuparse de otro niño le
pega al muñeco y lo arroja, pero, no hay una carga afectiva per
ceptible en lo que hace.
Cuando la enfermera se acerca a ella para darle de comer,
parece feliz pero derra la boca con un movimiento de rechazo
cuando siente la cuchara contra sus labios. Después se deja lle
nar pasivamente. «Siempre es., así, dice la enfermera, pero Nadia
termina comiendo todo.»
El 13 de octubre, cuando llego, está sentaaa en la cama y
atenta a cuanto sucede a su alrededor. Tiene él pulgar en la
boca, pero no chupa. Me impresiona esa ausenda de movimien
tos de sucdón: el pulgai está bien colocado én la boca, pero no
hay placer autoerótico.
En cuanto me acerco a ella, una sonrisa ilumina su car?, oje
rosa: hoy tiene mucha fiebre. Entra en contacto físico conmigo
jugando con mi mano que descansa en el borde de...la cama, ti
rándome de los dedos y hasta lamiéndome.
Cuando se inclina mucho hada mí, creo poder levantarla en
brazos, pero su rostro se derra. Al cabo de un tiempo esboza
