Table Of ContentCRITICÓN, 111-112, 2011, pp. 43-71.
Fray Luis de León y San Agustín:
la Oratio in Laudem Divi Augustini
Roland Béhar
Université de Paris-Sorbonne
¿Qué cosa más que la luz puede resultar no sólo más
dulce, sino más útil y necesaria, a los hombres y al
mundo en su conjunto?1
El pensamiento de Luis de León (1528-1591), de la Orden de los Eremitas de San
Agustín, demuestra una notable constancia doctrinal: una perfecta un perfecto trazado
en su desarrollo parece desplegarlo en el tiempo y revelar lo que ya estaba in nuce en sus
primeras manifestaciones. Mucho antes de Los Nombres de Cristo (1582), el joven fraile
agustino perfila su doctrina en los sermones que pronunciara recién admitido en el
ateneo salmantino, al amparo del Padre de su Orden, San Agustín, cuyo papel exacto en
la formación de su pensamiento aún queda por determinar2. La consideración de estos
sermones a la luz de la historia de la oratoria sagrada y de la tradición teológica de su
Orden permite iluminar de manera inédita la dinámica de su pensamiento y las formas
en que se plasma3.
1 «In canticum Canticorum», en León, Opera, t. II, p. 353: «Luce autem quid non dico dulcius, se magis
utilis ac necessarium, non hominibus solum, sed cunctis sine excepcione rebus, esse omnino potest?»
2 Para un primer acercamiento, véase Álvarez Turienzo, 1980. Por desgracia, ha sido imposible encontrar
el trabajo de fin de carrera de Henry Corbin (Stoïcisme et augustinisme dans la pensée de Luis de León, 1928),
cuyo ejemplar depositado en la biblioteca parisina de la Va Sección de la «École Pratiques des Hautes Études»
parece haberse perdido, así como tampoco se conserva entre los papeles personales de su autor, como lo indica
quien ha administrado el legado, Christian Jambet —a quien se agradece aquí la información al respecto.
3 Valiosísimas contribuciones de Cerdan, 1985 y 2002. Es de obligada consulta Herrero Salgado, 1996.
Para las retóricas sacras del s. xvi, véase ahora Tubau, 2009.
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En 1557, fray Luis pronuncia un sermón ante el pleno de su Orden en el capítulo de
Dueñas, donde censura el estado de una orden en plena regeneración4 bajo la guía de su
General, Jerónimo Seripando (1493-1563). Desde Italia llegan también las reformas
tridentinas, después del impulso fundamental que el General anterior, Egidio de Viterbo
(1469-1532), ha dado con su discurso de apertura del Concilio de Letrán, el 3 de mayo
de 15125. La reforma afecta también directamente las provincias ibéricas, que Seripando
visita en 1541, durante los años de formación de fray Luis.
En 1561 le corresponde el honor de pronunciar el sermón fúnebre de quien ha sido
su maestro de teología en Salamanca, el dominico Domingo de Soto, fallecido el 15 de
noviembre de 1560. Poco después, en una fecha sin determinar con exactitud
—probablemente un 28 de agosto, día onomástico del Santo—, le incumbe celebrar a
San Agustín, Padre de su Orden («mi padre» en Los Nombres de Cristo). Esta Oratio in
laudem Divi Augustini cobra una especial importancia en su trayectoria intelectual:
estando preso en la celda inquisitorial, años después, fray Luis la recuerda aún y la
aduce como prueba de su ortodoxia doctrinal6. A pesar de ser un panegírico del obispo
de Hipona, el sermón apenas hace referencia a su obra, su pensamiento, y menos a su
teología7. No es tanto un panegírico del obispo de Hipona como un elogio de la
sabiduría y de la Santidad, que han encontrado en él su cumplida encarnación. Dechado
de virtudes, exemplum del sabio cristiano, San Agustín revela por contraste las
limitaciones incorregibles de los doctos del ateneo salmantino y, ante todo, de los
hermanos de la Orden. Según un manuscrito de la Oratio, su título sería: De vera
sapientia. En este sentido, resulta interesante leer el texto de fray Luis en el contexto de
los tratados renacentistas De vera sapientia: desde el Dialogus de vera sapientia
erróneamente atribuido a Petrarca hasta los contemporáneos De vera sapientia libri
quinque del obispo de Silves Jerónimo Osorio (1506-1580)8, tan ciceroniano, sin omitir
el De sapiente de Charles de Bovelles (1479-1566).
Con el fin de dar cuenta del sermón de fray Luis, se planteará aquí un breve examen
de la tradición y de la construcción retórica del texto, para indagar luego en las razones
de la elección de la perícopa —Eclesiástico 27, 12— e intentar vislumbrar su trasfondo
tanto humanístico como sapiencial y metafísico-teológico. Se comprobará cómo, bajo el
manto de la autoridad agustiniana, fray Luis introduce en su discurso conceptos y
4 Véase Coster, 1920. Reproduce, además, una carta de Jerónimo Román dirigida al General Gregorio
Petrocchino, que muestra cuán involucrado estuvo fray Luis en la labor de reforma de la Orden. Traducción
castellana en León, Obra mística.
5 Sobre Seripando —amigo de Garcilaso de la Vega durante la estancia napolitana de este, hasta su muerte
(1536)— véase el clásico estudio de Jedin, 1937, así como Cestaro, 1997. Sobre Egidio, la bibliografía es
abundante: véase entre otros, para un perfil biográfico, Secret, 1964, pp. 106-126, y Martin, 1983, así como,
para la preocupación por la reforma de la iglesia, O’Malley, 1967. El discurso ha sido publicado en O’Reilly,
1977. También, para sus relaciones con la península ibérica, véase Deramaix, 2005.
6 Véase Alcalá, 1991, pp. 347 y 479.
7 El manuscrito principal se conserva en la biblioteca de la Real Academia de la Historia, ms. 9/2.091
(véase Custodio Vega, 1953, pp. 73-74). El sermón se ha publicado dos veces: la primera, con numerosas
erratas, en León, Orationes…, pp. 49-66; la segunda en el tomo de las obras latinas de fray Luis: Opera,
t. VII, pp. 365-384. Ha sido traducido en la tesis doctoral de Becerra Hiraldo, 1978, y publicado una primera
vez en Becerra Hiraldo, 1981, y luego, subsanando algunas erratas, en León, Obra mística —edición por la
que se citará el texto castellano, con algunas modificaciones.
8 Osorio, De vera sapientia libri quinque.
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FRAY LUIS DE LEÓN Y SAN AGUSTÍN 45
representaciones que lo sitúan en la estela no sólo del obispo de Hipona, sino también
de una tradición metafísica heredada de la Edad Media, cuyos orígenes resultan mucho
más complejos.
La estructura del SERMO universitario:
el THEMA y su desarrollo
La perícopa del día onomástico del Santo —28 de agosto— es: «El sabio permanece
en la sabiduría como el Sol, el necio muda como la Luna» (Eclesiástico 27, 12), que fray
Luis cita como sigue: «Vir intelligens in sapientia permanet sicut Sol: nam stultus ut
Luna mutatur». Es de notar la transformación de homo sensatus —según reza la
Vulgata anterior a la versión sixto-clementina, que da homo sanctus— en vir intelligens.
Este primer detalle casi bastaría por si sólo para demostrar la independencia de juicio de
fray Luis y su lectura notablemente intelectualista del texto bíblico, según se
comprobará en lo que sigue.La estructura del sermón de fray Luis es conforme con la
recomendada en las artes praedicandi, todas derivadas directa o indirectamente del
mismo San Agustín, en el cuarto libro del De doctrina christiana, a su vez una
adaptación cristiana del De oratore de Cicerón. Destacan como partes principales:
thema, prothema (i.e. captatio benevolentiae), oratio (a menudo el Ave Maria, como es
el caso aquí), thematis introductio, thematis divisio, amplificatio o dilatatio, y la unitio o
clausio9. Si «predicar es dividir» (praedicare est arborizare), según se afirma en el
s. xv, se echa de menos en la Oratio de fray Luis una construcción que proceda por
distinciones sucesivas. Es más bien una illustratio —en el sentido de la retórica
ciceroniana— de los distintos aspectos de la sentencia sapiencial, tomando como modelo
la persona de San Agustín, cuyo exemplum está presente en la memoria de los oyentes.
De ahí la tesis del texto —su concetto—: Agustín es el doctor por antonomasia y su
doctrina ilumina la Iglesia como el Sol alumbra al mundo, consistiendo entonces la
verdadera sabiduría en un deseo de igualarlo. La idea es poco original, y menos aún en
la Orden agustiniana. La expone un texto ligeramente anterior, la Crónica del beato
Alonso de Orozco (1500-1591), ascendido a predicador real en el mismo año de 156110.
Una vez enunciado el thema de su discurso panegírico, fray Luis pasa al prothema,
suerte de captatio benevolentiæ en la que justifica su elección mediante dos razones:
Al hablar de San Agustín, de increíble y casi divina sabiduría, ante vosotros deseosos de
sabiduría y hasta en la misma casa de la sabiduría [i.e.: la Universidad, lugar de la sapientia],
creo que es mi deber y oficio tanto alabar la verdadera sabiduría11 de Agustín cuanto
exhortaros a que seáis verdaderos sabios, vosotros que os llamáis sabios y queréis teneros por
tales12.
9 Véanse los trabajos ya clásicos de Rico, 1977, Cátedra, 1994, y Alberte, 2003.
10 Sobre la teoría del papel de modelo de los «Nueve Nombres de Dios» de Orozco en el De los Nombres
de Cristo de fray Luis, véanse las palabras de Javier San José Lera, en León, De los nombres de Cristo,
pp. lviii-lxiv.
11 Traducción de «Augustini veram sapientiam»; en el ms. de la Academia de la Historia se lee sin
embargo «Augustini divinam sapientiam», que habría de traducir «la divina sabiduría».
12 León, Obra mística, p. 66; León, Opera, p. 365: «De Divo Augustino, incredibili et plane divinae
sapientiae viro, apud vos, homines sapientiae studiosos, atque adeo in ipso sapientiae domicilio orationem
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Doble, esta función lo es sólo en apariencia: es consubstancial al género panegírico
alabar a uno para exhortar a otro o a otros muchos y contemporáneos. Lo subrayan
tanto Plinio (Panegyricus Plinii Secundi Traiano Augusto, § 4: «los buenos príncipes se
conocerán por lo que habrán hecho, los malos, por lo que deberían haber hecho») como
Erasmo, en la epístola Ioanni Paludano doctissimo atque humanissimo inclytae
Lovaniensium Academiae rhetori que acompaña su panegírico del príncipe Felipe el
Hermoso (1504). Afirma Erasmo que se opone la imagen de las virtudes a los príncipes
ímprobos, para que se enmienden, y a los probos, para que aprovechen el ejemplo («…
ut obiecta virtutibus imagine, improbi Principes emendarentur, probi proficerent…»)13.
De ahí el interés del versículo del Eclesiástico, ya que permite a fray Luis polarizar los
dos puntos de la virtud y del vicio, simbólicamente representados mediante el Sol y la
Luna. A diferencia del panegírico áulico, el encomio sagrado posibilita resaltar los
defectos de quienes anhelan seguir los pasos del Santo en el camino de la imitatio
sapientiae: la doble naturaleza del ser humano, a la vez corpóreo y espiritual, hace que el
Santo siempre esté presente a quienes contemplan su ejemplo. Disociados en el tiempo,
lo elogiado y lo criticado adquieren una relativa independencia y se prestan mejor al
discurso de corte moral. Se disocian perfectamente:
Lo uno, lo de hablar de las divinas glorias de Agustín, exígemelo casi por derecho propio tanto
el orden del día, que está totalmente dedicado a su honor, como vuestra presencia con tanta
alegría de ánimo para festejar este día en su nombre14.
La crítica, es decir la amonestación, responde en su caso a las exigencias de la Caridad:
Mas lo otro, lo de señalar el recto camino de la sabiduría, a quienes veo consumir vida e
ingenio en el estudio de las letras y a sabiduría, lo hace la caridad cristiana15.
La unión de ambos propósitos es posible merced al texto bíblico:
Ambas cosas en cierto modo aconseja el prudente y saludable parecer del Eclesiástico [cap.
xliv], que instituyó fiestas sagradas para los Santos difuntos para excitar a los vivos a la
imitación de la virtud excelente, y siempre une el mejor bien de los vivos con la honrosa gloria
de los muertos16.
habiturus, utrumque ad munus et officium meum pertinere puto, ut et Augustini veram sapientiam laudem, et
vos, qui sapientes et vocamini, et haberi vultis, id ut vere sitis, adhorter».
13 Publicado por primera vez en 1504 (Amberes, Dirk Martens), reeditado en 1508 (París, Josse Bade), el
Panegírico circuló a partir de 1516 (Basilea, Frobenius) con el texto de la Institutio principis christiani y gozó
así de una innegable fortuna, también en España. En la epístola se lee esta definición del género. Véase
Erasmo, Institutio Principis Christiani, f. N3r.
14 León, Obra mística, p. 66; León, Opera, p. 365: «Nam alterum, ut de Augustini divinis laudibus dicam,
et hujus diei ratio, quae tota illius honori dicata est, et vester ad hunc illius nomine diem festum agendum
tanta animorum alacritate concursus, id a me suo prope jure exigit».
15 León, Obra mística, p. 66; León, Opera, pp. 365-366: «Alterum, vero, ut quos in litterarum ac
sapientiae studiis consumere aetates suas et ingenia video, iis rectum ad sapientiam iter ostendam, christiana
charitas facit».
16 León, Obra mística, p. 66; León, Opera, p. 366: «Utrumque autem quodammodo suadet prudens
Ecclesiastici salutareque consilium, quae idcirco sacra et dies festos viris bonis vita functis constituit, ut ad
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FRAY LUIS DE LEÓN Y SAN AGUSTÍN 47
¿Posible recuerdo de la «imagen de la virtud» («obiecta virtutibus imago») erasmiana?17
Mediante la misma noción de la virtud como imagen ejemplar, fray Luis desarrolla el
símil de la pintura sobre el cual cimienta su discurso, una vez expuesta la pertinencia de
su elección:
Para estas dos cosas es muy apta la sentencia, que he propuesto, sacada de los libros de
Salomón, pues contiene la imagen del sabio y del necio. Y trayendo la imagen del sol y la luna,
declara con evidencia que los sabios brillan con los propios bienes del alma, que no lucen con
los ajenos y que esa luz de sabiduría no se extingue con el tiempo ni varía con las adversidades
ni disminuye con las contrariedades ni es externa, sino que brota de la íntima y grande luz del
ánimo. Por el contrario, que la necedad, falta del verdadero esplendor, siempre busca la luz de
otro y no busca tanto lo verdaderamente brillante si no se esfuerza por seguir ciertas imágenes
falsas de vano fulgor; que los necios son llevados siempre y traídos por una increíble
inconstancia, y que no paran en ningún sitio y que cuanto más felices se creen y cuanto más se
rodean por el esplendor y la luz de la dignidad, tanto más se alejan de la claridad de la
verdadera virtud y sabiduría, esto es, hácense más oscuros y miserables.
Con todo ello mirando la forma perfecta de la sabiduría y de la necedad, me propuse
hablar a la vez elogiando a Agustín y enseñando la sabiduría, de manera que podáis seguir, ver
y distinguir con toda claridad cuanto él floreció en todo género de loor y sapiencia y qué lejos
estáis vosotros de la verdadera virtud y de la luz de la sabiduría, y qué oscuros y miserables
sois en comparación con él18.
He aquí el núcleo del sermón, su thema. Las thematis introductio, divisio y
amplificatio no se podrán evocar en detalle por razones de economía de espacio. Fray
Luis se empeñará en ilustrar progresivamente, con los colores de la retórica que le
permiten elevar lo que era un «epígrafe» en el Eclesiástico al rango de pintura llena de
adornos y de colores, según prescriben las artes al uso:
Y porque, como hacen los pintores que cuando quieren pintar alguna imagen a color, delinean
primero a tiza o a carboncillo las líneas y el perfil de la figura, así Salomón bosquejó más que
expresó en brevísimas palabras la imagen del sabio y del necio, que dije; por eso debemos
excellentis virtutis imitationem incitet vivos, semperque cum demortuorum honoribus atque gloria, vivorum
commoda et utilitates conjungit».
17 Véase nota 14.
18 León, Obra mística, pp. 66-67; León, Opera, pp. 366-367: «Ad quas duas res haec una, quam
proposui, e libris Salomonis desumpta sententia, mire apta est; continet enim sapientis stultique imaginem. Et,
a sole atque a Luna ducta similitudine, satis declarat, sapientes propriis animi bonis splendescere; non lucere
alienis; lumenque ipsum sapientiae neque tempore extingui, neque casibus variare, neque ulla re objecta minui,
neque extrinsecus adhiberi; sed ab animi interiori et magna luce derivari. Contra, autem, stultitiam, veri
splendoris indigam, e vicino semper lumen petere, neque tantum ea quaerere, quae vere illustria sunt, sed
falsas quasdam, et inani fulgore nitentes species sectari. Ferri stultos semper, atque jactari inconstantia
incredibili, nusquamque consistere, et quo tempore feliciores habentur, et quo magis splendore ac dignitatis
luce circumfluunt, eo a verae virtutis atque sapientiae claritate longius abesse, hoc est esse obscuriores et
miseriores.
Quibus rebus, sapientiae atque stultitiae perfecta forma ita describitur, ut in eam vos conjicientes oculos,
quae, vel ad laudem Augustini, vel ad sapientiae doctrinam pertinentia, mihi ad dicendum proposui, ea ipsi per
vos assequi et videre possitis, planeque perspicere, et quantum ille in omni genere verae laudis sapientiaeque
floruerit, et quantum vobis desit ad perfectam sapientiam».
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añadirle con nuestro discurso a ese perfil como los colores e ilustrar detalles y dar plenitud y
riqueza a todas las cosas y proponerlo a vuestra contemplación con la luz infusa de la
interpretación; lo cual haremos cuidadosamente y esperamos hacerlo totalmente19.
La idea de la ejemplaridad no sólo moral, sino retórica del Santo tiene viejas raíces en
la tradición oratoria, en grado tal que, en tiempos de fray Luis, ya se había vuelto topos,
como lo evidencia su presencia en las misceláneas al uso. Así se lee en la Polyanthea
Nova de Nanus Mirabellus, bajo la voz exemplum, que
del mismo modo que los pintores, cuando pintan a partir de otra imagen, intentan, observando
sin cesar los ejemplares, trasladar los trazos de éstos a su ejercicio artístico, así debe hacer
quien se esfuerza por llegar a ser perfecto en todos los aspectos de la virtud, de modo que con
frecuencia debe traer hacia los ojos del espíritu las vidas de los Santos, como en una
representación, con acción y movimiento20.
Estas palabras emanan de la pluma de San Basilio. Del mismo modo, Juan González de
Critana (ca. 1555-ca. 1613) recuerda en su Sylva comparationum vel similium un pasaje
de la Homilia 13 de San Juan Crisóstomo:
como los pintores, cada vez que desean pintar al vivo una imagen tangible, no sólo uno o dos
días, sino muchos visitan a aquellos a los que pintan, de modo que con la asidua
contemplación representan sin error y de modo exacto la similitud de las formas, así también
nosotros, no la imagen de la belleza corporal, sino la hermosura del alma y la belleza espiritual
deseamos proponeros hoy21.
Quizá lo más interesante, en el caso de fray Luis, sea el reparto de papeles en la
organización del discurso, entre un «epígrafe» que brinda los contornos de la oración y
el trabajo del orador que se encargará de dar colorido y acabado mediante los colores
rhetorici. Fray Luis aprovecha doblemente el símil de la pintura: amén de definir su
propio discurso como ilustración de la sentencia del Eclesiástico, presenta a San Agustín
como la perfecta encarnación del sabio bíblico, la ilustración acabada de lo que la Biblia
promete y espera de los humanos. El exemplum aparece caracterizado como «sapientiae
atque stultitiae perfecta forma». No es éste el único caso en que fray Luis echa mano de
esta comparación. También se encuentra en obras más tardías: en la Dedicatoria a Doña
María Varela Osorio de La perfecta casada (1584) y, con más trascendencia teológica,
19 León, Obra mística, p. 67; León, Opera, p. 367: «Sed quoniam quemadmodum pictores faciunt, ut cum
formam aliquam coloribus depingere volunt, ejus formae prius creta aut carbone extrema et quasi summa
lineamenta ducant; sic Salomon eam, quam dixi, Sapientis stultique imaginem brevissimis verbis adumbravit
potius, quam expressit. Idcirco ei formae nos oratione nostra tamquam colores addere, et illustrare singula, et
uberiora omnia atque pleniora reddere, anteque vestros oculos videnda proponere, interpretationis infusa luce
debemus: quod et faciemus sedulo, et plane effecturos nos speramus».
20 Se cita la traducción por el estudio fundamental de Aragüés Aldaz, 1999, p. 49. En la p. 27 da la cita en
latin de Nanus Mirabellus, Polyanthea Nova, bajo la voz «exemplum» (citada por la ed. de Francfurt, Lazarus
Zetzner, 1607). Sobre el símil en la oratoria áurea, véase también Ambrosio Sánchez, 1993.
21 Trad. de Aragüés Aldaz, ibid. Cita original en González de Critana, Sylva comparationum..., f. 114v-
115r.
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en Los Nombres de Cristo (III, 1), donde se evoca cómo el Hijo es imagen del Padre
—pasaje que recogerá Francisco Pacheco en su Arte de la pintura22.
Alonso de Orozco, Crónica del glorioso padre […] Sant Augustín,
Sevilla, Gregorio de la Torre, 1551, s. f.
Tampoco carece de fundamento concreto el uso de la imagen como soporte para la
meditación23. Queden apuntados dos datos en relación más o menos directa con Luis de
León y San Agustín. En la Crónica del glorioso padre y doctor de la Yglesia Sant
Augustín (1551) del agustino Alonso de Orozco, sobre la cual se volverá más adelante,
la página que precede al texto está adornada con un grabado del Santo que destaca por
su calidad frente al resto de las ilustraciones del tratado: casi como «a tiza o a
carboncillo», prepara la mente de quien lee para llenar el cuadro de colores. También
resulta interesante recordar que, en el ms. 7.868 de la RAE, sin duda del jesuita
Francisco de Medrano, cuando todavía era estudiante en Salamanca, hacia 1590/91, se
encuentra, junto a una muy garcilasiana Elegía en la muerte de fray Luis de León, una
composición A una imagen de San Augustín de fray Luis de León, en la que no se
22(cid:0)Véanse León, La perfecta casada, p. 13 y León, Los Nombres de Cristo, pp. 352-353 (lib. III, Hijo de
Dios), que Francisco Pacheco a su vez cita casi literalmente (Arte de la pintura, I, 5, p. 135).
23 Véanse, por sugerentes, «Invisibilia per visibilia»: la meditación y los usos de la teoría», en Freedberg,
2009, pp. 195-228 y Berns, 2000.
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detiene en la doctrina del agustino, sino sólo en la meditación de la imagen24.
Testimonia, en cualquier caso, el apego que tenía fray Luis de León en la década de
1590 por esta imago de San Agustín.
Para llevar a cabo la ilustración más vívida posible de la sapientia de San Agustín,
fray Luis precisa la ayuda de aquél que constituye el fundamento de la teoría del
conocimiento de San Agustín (véase ante todo su De Trinitate), la luz del Espíritu en el
alma, que convoca mediante el Ave Maria:
Esté agora presente Dios, que suele personarse en todos los intentos piadosos, jefe y autor de la
razón humana, cuya luz la Virgen purísima podrá dirigir fácilmente hacia nosotros; ¿qué no
conseguirá la Madre Santísima del sapientísimo Hijo? Invoquémosla con voces suplicantes25.
La oración inicial, si bien se prescribe en la tradición formal del sermón, es también un
equivalente de la deprecatio grecorromana, como se ve, un siglo antes, en Lorenzo Valla
(1405-1457), en su Encomium Sancti Thomae, donde dedica incluso un breve excursus
a la pertinencia y uso de esta invocación. Quien implora a los dioses en un discurso lo
hace para tener consigo la verdad y la justicia divina («[…] quisquis enim deos implorat,
ideo implorat, ut veritati et iustitiae adsint»)26.
Después de la oración, el sermón desarrolla el símil bíblico: subraya que todos los
seres se unen en una especie de gran armonía dentro de la cual el sabio anhela unirse con
el Uno; fray Luis procede a la explicación de su concepción —poco original— del lazo
entre micro y macrocosmos; y concluye que será sabio quien logre reproducir en sí
mismo la armonía del cosmos. La segunda parte de su desarrollo del sermón se reduce a
una diatriba contra aquellos que son tan versátiles como la luna, alejados de cualquier
luz verdadera y sumidos en la regio dissimilitudinis de larga tradición —sátira que no
resulta menos ornada retóricamente—: los stulti27.
La tradición agustiniana del SERMO DE BEATO AUGUSTINO
El género del sermón dedicado a San Agustín ante el pleno de la universidad goza en
tiempos de fray Luis de una larga tradición. Fuera de la orden de los agustinos, se sabe
que tanto Santo Tomás de Aquino (1224/25-1274) en sus Sermones festivi como
Maestro Eckhart (ca. 1260-ca. 1327) ya habían pronunciado un Sermo de beato
Augustino. Aunque sea poco probable que fray Luis haya tenido conocimiento de este
último sermón, resulta ser un texto importante para el conocimiento del concepto
teológico que tiene Maestro Eckhart de la imago, que a sirve a su vez de fundamento al
pensamiento al respecto de la imagen de Nicolás de Cusa (1401-1464)28, cuya obra sí
que conoce fray Luis. En este sentido, no es baladí el que sea la celebración de San
24 Se puede consultar el texto de estas dos composiciones en Medrano, 2005, respectivamente 231-242 y
292-297.
25 León, Obra mística, p. 67; León, Opera, p. 367: «Adsit modo, qui universis piis conatibus adesse solet
Deus, Dux atque Auctor rationis meae, cujus ad nos lumen facile inclinare poterit purissima Virgo: quid enim
a pientissimo Filio sanctissima Mater non impetret? Eam, igitur, supplicibus verbis oremus».
26 Valla, Encomium, p. 391.
27 Sobre esta, véase Courcelle, 1957.
28 Sobre esta problemática, véase Boulnois, 2008.
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FRAY LUIS DE LEÓN Y SAN AGUSTÍN 51
Agustín, autor del De Trinitate, que inspire esta línea doctrinal: el ascenso hacia la luz
divina es al mismo tiempo una conversión interior, en lo más íntimo del ser, donde se
revela la luz29.
En la misma Orden de los Eremitas de San Agustín abundan los casos de Sermo de
beato Augustino. Esta orden nace a mediados del s. xiii como respuesta al deseo de los
ermitaños dispersos de Toscana de reunirse como orden mendicante, como lo hicieran
dominicos y franciscanos. Necesitaba, pues, una legitimación doctrinal. Empiezan a
aparecer poco después de la canonización de Tomás de Aquino (1323), es decir, en
torno al concilio de Viena, con la profunda remodelación del canon de las autoridades
de la doctrina religiosa. En 1324, Pierre Roger presenta ya a Tomás de Aquino como la
nueva piedra angular de la fe cristiana, después de San Agustín30. Cada orden sigue a un
doctor, a quien le conviene, de ahí en adelante, ensalzar debidamente, como también lo
hace más tarde un Lorenzo Valla en su Encomium Sancti Thomae de 145731. Parece ser
Nicolás de Alessandria († después de 1338) el primer agustino en componer un Sermo
de beato Augustino, pronunciado en 1332 ante el studium generale parisino32. Este
Sermo intenta construir una tradición que atribuye la fundación de la orden al mismo
San Agustín, apoyándose en un sermón del seudo-Ambrosio (De conversione et
baptismo beati Augustini)33, donde se dice que Ambrosio bautizó a Agustín «con la
túnica puesta encima de la cintura» (cuculla cincta desuper zona), es decir: vestido de
ermitaño.
Pronunciado en la Sorbona el 28 de agosto de 1334, el Sermo de beato Augustino de
Hermann von Schildesche (ca. 1290-1357) también examina la importancia de la
conversión de San Agustín en Ostia —puerto de la fe—, así como su importancia para la
fundación de la orden. Al igual que Nicolás de Alessandria, configura la imagen de un
San Agustín fundador de una tradición teológica agustiniana opuesta, implícitamente, a
la de los dominicos o de los franciscanos. La tonalidad de este discurso, marcadamente
anti-tomista a veces, recuerda el pensamiento de Maestro Eckhart34, e inspira parte de la
tradición ulterior de la Orden, como se comprueba con Enrique de Freimar (ca. 1245-
1340) y Jordán de Sajonia, también llamado de Quedlinburg (ca. 1299-ca. 1365).
Se ha querido ver en estos textos el origen de una línea especulativa que, derivada de
Eckhart, abriría el paso hacia una via Augustini, de igual dignidad y consistencia
teológica que las demás escuelas de la Edad Media tardía —nominalista, tomista,
29 Maestro Eckhart, Sermo, aquí pp. 93-94. El sermón fue publicado antes por Denifle, 1889. Para un
comentario, con bibliografía, Goris, 1997. Véase también el estudio de Augusto, 2008.
30 Véase Laurent, 1931. De modo más general, para un replanteamiento de lo que supuso la canonización
de Tomás de Aquino en el marco de la configuración del paisaje doctrinal del s. xiv, véase Robiglio, 2008.
31 Véase para el texto: Valla, Encomium Sancti Thomae Aquinatis; para una traducción francesa,
Mesnard, 1955; para una castellana, Valla, Oraciones y prefacios, pp. 290-321; además, los trabajos de
Camporeale, 1976 y 2002, O’Malley, 1974 y 1981, así como de Blum, 2004, quien tiene el doble mérito de
plantear la complicada relación entre estética y pertenencia doctrinal por un lado, y recordar cómo Pico della
Mirandola, cercano al Mantuano, duda en su Apologia de la infalibilidad doctrinal de san Agustín como de la
de los demás doctores de la Iglesia (Pico della Mirandola, Opera omnia, vol. 1, p. 144-145).
32 Véase Rano, 1970. Sobre la creación de una identidad agustiniana, véanse las páginas de Saak, 2002.
De gran interés también, los ensayos recogidos en Bourdua y Dunlop, 2007.
33 Véase Arbesmann, 1956, aquí p. 125.
34 Véase Zumkeller, 1959, pp. 114-115 y 295-296.
CRITICÓN. Núm 111-112 (2011). Roland Béhar. Fray Luis de León y San Agustín: La Oratio In Laudem Divi Augustini.
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52 ROLAND BÉHAR Criticón, 111-112, 2011
escotista…— y, en especial, distinta de la línea «albertista», representada en la Renania
de entonces por Dietrich de Freiberg35. Sea como fuere, estos autores, por su pertenencia
a la Orden de los Eremitas de San Agustín, dejan una clara huella en el pensamiento del
s. xvi. Al anhelar, con Seripando, la renovatio, debía resultar natural en la época de fray
Luis volver la mirada hacia atrás y, más en concreto, hacia los tiempos fundacionales de
la Orden. El Sermo de beato Augustino de Nicolás de Alessandria le puede haber
sugerido a fray Luis unos rasgos esenciales para la urdimbre de su propia Oratio. El
Sermo no carece, en el s. xvi, de cierta fama. Lo menciona Juan González de Critana
(1555-ca. 1613) en su Compendio historial de como N. P. San Agustin vivio vida
monastica y fundo la Orden de los frayles ermitanos (1604)36, bajo el título
Recopilacion de la Orden. Es de notar que este fraile agustino37 estudia antes en
Salamanca con fray Luis (¿indicio de que se tiene conocimiento del sermón de Nicolás
de Alessandria en la Salamanca de los años de fray Luis?). Otro testimonio de esta
«memoria» se halla en el De vita et laudibus S. P. N. Aur. Augustini (Coimbra, 16121;
París, 16142) del portugués Luis de los Ángeles, quien le da el título Tractatus de
Origine Ordinis eremitarum.
Las razones del THEMA: su presencia en San Agustín,
en la predicación medieval y en el humanismo
¿Cómo explicar la elección del thema sacado del Eclesiástico? La identificación del
Santo Padre con el Sol es un topos de la tradición oratoria de la Orden, pero la cita
despierta el recuerdo de otras lecturas. Omnipresente en el libro del Eclesiástico, la
metáfora del astro constante y del astro mudable se remonta a una antiquísima
tradición, que emana ante todo de los cultos orientales a Osiris e Isis, o Ashtarté.
Griegos y romanos se adueñan de la imagen, a veces para elaborar teosofías cósmicas
fundadas en ella, a veces para integrarlas a modo de comparación en sus explicaciones
de la repartición de las potencias del alma38. Después de neoplatónicos como Jámblico,
la patrística se apropiará de la imagen, apoyándose a menudo en el texto del
Eclesiástico.
Las páginas de Hugo Rahner sobre la eclesiología agustiniana destacan el papel
privilegiado de la imagen39. Al menos desde San Ambrosio, Sol y Luna cobran una gran
relevancia en la teorización del cuerpo de la Iglesia (Ekklesia) como conjunto alumbrado
por la Luz divina. Se entiende el especial interés que concita el tema en los tiempos del
Concilio de Trento, dentro de una orden agustiniana reformada por Seripando. Fray
Luis reconstruye un pensamiento de la comunidad de la fe en torno a la fuente de luz
35 Para esta Via Augustini, es preciso remitir a los trabajos —no consensuales— de Obermann, en especial:
Oberman y James III, con Saak, 1991, así como al ensayo más reciente de Saak, 2002. Clásico el trabajo de
Zumkeller, 1959. Para la huella de Maestro Eckhart, véanse los trabajos de Hackett, 1981, 1994, y 2005.
36 González de Critana, Compendio historial, con traducción latina: Epitome historica….
37 La importancia de este personaje para una historia de la presencia de San Agustín en España no debería
soslayarse: autor del Catálogo de Agustinos ilustres, influye también en el debate sobre la licitud del teatro,
con González de Critana, Tercera parte del Confesionario, dedicada al duque de Lerma.
38 Testimonio interesante de esta tradición pagana son las líneas de Plutarco al respecto en su De facie in
orbe lunæ. Véase Verbeke, 1945, pp. 262-263.
39 Véase Rahner, 1964.
CRITICÓN. Núm 111-112 (2011). Roland Béhar. Fray Luis de León y San Agustín: La Oratio In Laudem Divi Augustini.
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Description:El pensamiento de Luis de León (1528-1591), de la Orden de los Eremitas de San. Agustín, demuestra una notable constancia doctrinal: una perfecta